- Oye, se me acaba de ocurrir una idea genial para una nueva serie.
- Por fin alguien que piensa.
- Va a ser un bombazo: imagina a cinco niños que habían formado un grupo de éxito en los 80. Canciones pegadizas y un vestuario colorido les lanzó al estrellato.
- ¿Niños con trajes de colores? que buena idea podrían llamarse Parchís.
- Uhm no me gusta, seguro que eso no convence ¿qué tal gominolas?
- Que dulce, a mi la que más me gusta es la de menta.
- Pues bien, estos niños se han hecho mayores y no se acuerda de ellos ni su padre. Bueno el padre de uno de ellos sí, que era el manager del grupo.
- ¿Seguro que no podrían llamarse Parchís?
- Que no, que se llamarán gominolas.
- Bueno, pues a mi la que más me gusta es la de menta.
- Continuo. Los niños se han hecho adultos, pero la dura vida del artista infantil ha hecho mella en ellos y vagan sin rumbo ni destino por este mundo cruel, y todo por culpa de la sociedad que les ha olvidado.
- ¡Que bien, una serie que sigue la mejor tradición del cine social español!
- Bien, ya me vas pillando... bueno sigo. Al prota de la serie se le ocurre reunificar el grupo, al principio se muestran todos reticentes, pero los complicados y sutiles hilos del destino hacen que todos sufran decepciones y se vuelvan a pensar la propuesta. Imagina el drama de la chica del grupo cuando se da cuenta tras 10 años casada que su marido prefiere el tacto de la seda al de su turgente cuerpo.
- Pues si que estaba atenta, si.
- Resulta que una de las gominolas muere y el grupo se vuelve a unir en un homenaje al dulce caído. El manager, que cuenta entre sus artistas con gente de la talla de Platero y Ella...
- No se porque pero me ha entrado ganas de ver Clerks II mientras escucho a Fito.
- ¡Calla que obstruyes mi labor creativa!, pues eso que el manager monta un tinglado para que el grupo vuelva a cantar tras años de piadoso silencio. Pero la cosa no pinta bien porque hay mal ambiente entre los miembros de la banda. Encima el prota se enamora la chica pero ella no le corresponde y se lía con otro de los miembros del grupo.
- Joder que mente privilegiada tienes, jamás se me habría ocurrido ese argumento para darle interés a la historia, que giros inesperados, si encima la chavala enseña cacho pues ya es la ostia.
- Pues te vas a caer de la silla con la ginda del guion: Una voz en off irá explicando los pormenores de la trama.
- Diooooooooooo, que genio eres, ¿cómo en mujeres desesperadas?
- No hombre, más cutre.
- Pues nada, a seguir viendo la televisión a ver si se te ocurre otra brillante idea.
- Si es que donde hay talento...
- Menos mal que los guionistas españoles no os habeis puesto en huelga.

Terror y humor son géneros completamente contrapuestos, las causas que generan el miedo y la risa son irreconciliables, lo que anula cualquier intento de concebirlos de forma unitaria, de conjugarlos más allá de ciertos toques de uno en el otro: el primer fallo de esta pélicula es que no sabe exactamente cual es su esencia; el resultado es que ni da miedo, ni hace reir. Su argumento simplista y atropellado y su falta de identidad la hacen completamente aburrida a pesar de su corto metraje; a lo que hay que sumar ese toque de simplista moralina al que es muy proclive cierto cine estadounidense. Lo único que se salva es la ambientación y los efectos, que si bien no sorprenden son muy correctos, lo que tiene otra lectura: un gran presupuesto para una más que mediocre película. Aún teniendo en cuenta que el público potencial es el infantil, su absoluta falta de gancho hará mella incluso en los más pequeños.

No, no la había visto todavía, aunque después de ver otras tantas de Tarantino ya sabía lo que podía encontrar: una película bien rodada, algún diálogo interesante y mucha violencia gratuita. Sigo sin entender la fascinación que genera el cine de Tarantino, ¿o quizás si? en la postmodernidad todo vale y la atracción instintiva, el afán de autodestrucción, la veneración a la estética y el desdén por el orden se concretan en una fascinación por el malvado. Hace mucho que en el cine y en la literatura el malvado ya no es el antagonista del héroe. El que hace acopio de todo lo indeseable en contraposición a un héroe que se idealizaba. Ahora el malvado atrae, fascina. Y a esa transvaloración ha contribuido en gran medida el cine y Tarantino es uno de sus máximos exponentes.
Salvando la repulsta que me provoca el tratamiento irresponsable de la violencia, el cine de Tarantino me suele parecer entretenido y discusivamente interesante, aunque esta película, por mucha nota que tenga en filmaffinity, no me parece ni siquiera su mejor propuesta.

La ciencia-ficción es uno de mis generos preferidos; películas como Gattaca pero especialmente la estupenda blade runner me hacen disfrutrar cada vez que las veo. Libros como "Un mundo feliz" me producen el mismo placer. Normalmente la ciencia-ficción suele plantear problemas de caracter moral que son producto de la incertidumbre que genera las posibilidades de la ciencia: la selección genética, o los límites entre lo humano y lo robótico dejan volar la imaginación y el intelecto. Para mí la ciencia-ficción es sinónimo de dilema. Por eso no considero a Pitch Black como un exponente de la ciencia-ficción, si no tan solo una película entre el suspense y la acción ambientada en el futuro. Solo bajo esa perspectiva tiene sentido escoger a Vin Diesel como protagonista. Dejando a un lado la categoría, el propio guión me ha parecido completamente inverosimil: las razones en el spoiler.

Finales del siglo XIX, el largo periodo "medieval" está llegando a su ocaso, el Japón de las castas y los samurais se abre a occidente y empieza a importar nuevas costumbres, son momentos de crisis en los que la tradición se resiste a dejar paso a una nueva era, pero los cambios son inevitables: la eficiencia sustituye al honor, el soldado al samurai, el arma de fueg a la espada...
Es en este contexto de cambio donde se va a desarrollar la historia de amor entre un samurai y su sirvienta, un amor imposible por pertenecer a castas diferentes, aunque Japón ahora no es el mismo.
Buena película que recrea perfectamente la crisis de estos momentos, una crisis que se convierte en el escenario de fondo donde se desarrolla la especial relación entre Kié y Munezo, protagonista absoluto y paradigma de héroe. La película está perfectamente llevada, aunque defrauda un poco el final comercial.