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España España · madrid
Críticas de tiznao
Críticas 1.617
Críticas ordenadas por utilidad
6
9 de mayo de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rodada en 1977, el mismo año en el que se establecieron relaciones diplomáticas entre España y México (tras la muerte de Franco y los albores de la democracia), estamos ante una adaptación del libro escrito por Ceferino Díaz Fernández en colaboración con Marco Antonio Almazan, en la que se nos cuenta a modo autobiográfico (supongo que con alguna que otra licencia) las penas y alegrías pasadas por el asturiano Ceferino Díaz Fernández (Alfredo Landa) desde que hechizado por las historias que de México oía contar de zagal (allá por 1920/30) en su pueblo (Pola de Somiedo) de un indiano que había vuelto a la patria, decidió emigrar a dicho país con la intención de labrarse un futuro, hasta su vuelta a España en 1977 convertido en un hombre de negocios con desahogada posición económica y una esposa mejicana.

Salvo un par de apuntes socio-políticos muy ligeros, con el inicio de la guerra civil española, el movimiento Vasconcelo mejicano en la época en que este estaba proscrito, y el muy a lo Vizcaino Casas de un asturiano barbudo que cambia el nombre con el que fue bautizado de niño (Largo Caballero por Ceferino) en honor de ese Ceferino que a su vuelta tanto bien está haciendo al pueblo, estamos ante una película que exalta ese inicio de las relaciones diplomáticas entre los 2 países apuntada en el primer párrafo (coproducción hispano mejicana) al mismo tiempo que nos habla de las peripecias y choques culturales por las que pasaban aquellos emigrantes que con el hatillo a cuestas embarcaban en aquellos tiempos a buscarse la vida al otro lado del Atlántico, todo ello sin hacer sangre, tamizando los difíciles comienzos de aquellos españoles en tierra extraña con chorreones de suave y amable humor costumbrista (quizá a causa de la buena fortuna de Ceferino y su agradecimiento al país en el que logro triunfar, lo que cuenta desprende tufillo a demasiado buen rollito), que la hacen lucir hoy en día como perfecto ejemplo de las destinadas al televisivo y folclórico "Cine de Barrio".

No obstante, y sin contradecir mi juicio sobre lo justito en cuanto a interés dramático de la función, contiene algunas cosas que a mí me han resultado interesantes, a saber: un puñado de resultonas escenas costumbristas en cuanto a música y localizaciones que por sí solas la hacen merecedora de un visionado si te lo permite tu reputación cinéfila (mariachis, jotas aragonesas, pericotes asturianos, muñeiras, sevillanas, flamenco, preciosos paisajes de inmenso verdor asturianos, exteriores madrileños, el acueducto de Segovia desde el interior de Casa Cándido, Veracruz, Puebla y Cuernavaca), alguna que otra escena que provoca hilaridad (con Pancho Córdova interpretando al muy mejicano Don Melitón Samaniego Teocaltiche), y cierta emoción (ya saben, la vuelta del indiano y reencuentro con lo que queda de su familia), el buen trabajo de un Alfredo Landa que se le nota más a gusto que un marrano en un charco encarnando a Ceferino, lo curioso y chocante de ver a Mirta Miller vestida de campesina ordeñando una vaca en 1930, y luciendo prácticamente el mismo aspecto en su caracterización con 40 años encima (se ve que el departamento de maquillaje echo el resto en las caracterizaciones de Alfredo Landa y la actriz que encarna a su esposa mejicana, Dacia González), y un par de ediciones que no se dé que año serán, pero que lucen preciosas, de "¿Pero hubo alguna vez once mil vírgenes?" de Jardier Poncela, y "El romancero gitano" de García Lorca (en las escenas que nos muestran a Ceferino como vendedor de libros).

En resumen, justita en cuanto a interés dramático e interesante bajo el punto de vista antropológico, y/o de curiosidad cinematográfica.

PD. Alfredo Landa, otro gran actor del cine español fallecido, Q.E.P.D.
tiznao
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3
27 de mayo de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras un arranque antes de los títulos de crédito iniciales en el que vemos a una chica maltratada y retenida a la fuerza en una especie de establo por alguien cuyo acento es sudamericano, y el salto de la acción tres meses adelante en el que vemos a 2 atractivas norteamericanas (Amber Heard y Odette Yustman) viajando en bicicleta por algún lugar de la Argentina rural (salpicado por escenas en la que vemos en murales fotos de jóvenes desaparecidas por la zona), las cartas de la función quedan mostradas sin ningún género de dudas: estas 2 cicloturistas van a caer en manos del maniaco que abría la función.

Nada que objetar en el enfoque neo/psicópata haciendo lo suyo por motivaciones económicas (ya saben, los psicópatas allende USA se mueven al trillado últimamente son de lo rentable del tráfico de órganos, y/o trata de blancas), y hasta se puede correr un tupido velo en que este remake de la buena "And Soon the Darkness 1970", tan solo utilice de esta su premisa (amigas cicloturistas discuten, una de ellas se queda sola tomando el sol mientras la otra se va, y cuando se le pasa la rabieta y vuelve se encuentra con que ha desaparecido, desaparición que se nos muestra al espectador como agresión de un tipo al cual no vemos la cara), y tire por los meandros expuestos al comienzo de este segundo párrafo, pero lamentándolo mucho ya que la ambientación, edición y fotografía son francamente notables, estamos ante una muy pobre función plagada de personajes ridículos que actúan como auténticos memos, tanto el proceder de las 2 amigas en la primera media hora de metraje en su estúpido comportamiento, como el de los villanos de mala opereta (son argentinos, o sea que hay que meter su pasión por el fútbol como condena, y algo de picana), y para rematar la función un Karl Urban a cuyo personaje calificarlo de grandísimo tonto es hacerle todo un cumplido.

Pese a todo, al menos en mi caso estoy agradecido a esta película, ya que al tener noticias de su existencia, y de que era un remake de la del 70, me permitió descubrir esta, y disfrutar de una buena película que de otra manera me hubiera pasado desapercibida.
tiznao
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6
13 de septiembre de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por una parte tenemos a un tipo de unos 70 años, que al principio de la película aparece muerto en su apartamento junto a los cadáveres de 5 muchachas (amontonadas de forma grotesca) a las que había subido al mismo y con las paredes repletas de platos y demás enseres domésticos incrustados en las paredes, se entierra al tipo, los detectives encargados del caso alucinan con lo extraño del caso y conocemos a la hija del asesino y a otro tipo que parece ser sabe que lo que ha sucedido es consecuencia de unos enormes poderes mentales telekineticos que hacían ser al vejete un “vampiro psíquico” (mata absorbiendo la energía vital).
Por otro lado tenemos a una fraternidad compuesta por 3 muchachas (la cabecilla, una negra que le falta un hervor y la segunda de a bordo que aunque se deja llevar manifiesta un punto de sensatez) que ante el deseo de Julie (Meg Tilly) por formar parte del grupo y debido que está saliendo con el ex novio de la cabecilla ante el evidente recelo y resentimiento por parte de esta, deciden hacerla una prueba de ingreso que consiste en pasar una noche sola en un siniestro mausoleo (limpio, mármol reluciente y largos pasillos que se entrecruzan, con las paredes repletas de nichos alineados, todo ello montado con madera y plástico por Craig Stearns, el diseñador habitual de John Carpenter y con un aspecto que la hace lucir como una localización real).
Todo esto a modo de presentación durante los primeros minutos, de aquí hasta el último tramo de metraje tenemos una tópica y plana peliculilla que el único atractivo que pueda tener es para mitómanos varios (al final de la reseña me extenderé un poco) y no excesivamente críticos con las producciones ochenteras de terror (sin todavía ningún atisbo de su fama como película de culto ni del motivo por la que estuvo nominada a mejor película de terror en los premios de la Academy of Science Fiction, Fantasy & Horror Films, USA del 83) y la buena banda sonora, pero que durante ese último tramo se convierte en un terrorífico y lovecraftiano tour de force, en base a unas escenas realmente impactantes y aterradoras, de las que no voy a comentar nada en aras del disfrute de los que se decidan a verla y que (a mi juicio) ningún aficionado al cine de terror debería perderse (como pista reseñare que para estas escenas se usaron esqueletos reales traidos de India).
En resumen, aunque lenta y falta de chicha durante casi todo su metraje, excelente, aterradora y de obligada visión las lovecraftianas escenas de ese “casi”.
Sigue en spoiler por falta de espacio:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
tiznao
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6
28 de agosto de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No, no es Cleopatra Jones (Tamara Dobson), ni Foxy Brown (Pam Grier), su nombre es Diana “Sugar” Hill (Marki Bey), unos mafiosos que trabajan para el capo Morgan (Robert Quarry), han matado a su amado novio para apoderarse del exitoso night club (su número estrella es el que vemos durante los títulos de crédito iníciales) que regentaba y el cuerpo la pide cruel venganza, no sabe artes marciales ni tiene grandes contactos, PERO (así en mayúsculas), conoce a Mama Maitresse (Zara Cully), una vieja sacerdotisa voodoo, que ante las suplicas de que la eche una mano en la venganza, se pone manos a la obra de ipso facto, no sin antes preguntarla qué tipo de venganza quiere y Diana responderle que la más fuerte y poderosa que tenga, por lo que abandona la letanía y conjuros que había iniciado y se dirigen a un pantanoso cementerio donde invocan al señor de los muertos, un tipo alto con sombrero de copa e incisivos plateados que atiende por Barón Samedi (Don Pedro Colley), el cual se materializa de inmediato y tras las presentaciones de rigor acepta el encargo, suelta a grito pelado una llamada a los muertos y automáticamente estos se levantan de las tumbas, formando un pequeño ejército de zombies (tipo haitianos, sin aparente putrefacción, piel pálida, ojeras acusadas, cubiertos de telarañas, uñas largas y sucias y con los ojos opacos) con machete y quedando a disposición de la vengadora.
Todo esto a modo de presentación durante apenas 20 minutos de metraje, a partir de aquí con Sugar dirigiendo a los zombies (con la supervisión siempre cercana del Barón Samedi) sobre los objetivos (de uno en uno como mandan los cánones) y un antiguo novio policía investigando las muertes, tenemos una entretenida y divertida Black explotation que mezcla terror (“Blacula 1972” y su secuela “Dracula negro II”, “Experimento diabólico 1972” y alguna mas difícil de encontrar que hay por ahí es todo el bagaje del genero) y venganza (eje habitual de las tramas), ciñéndose a las reglas (racismo, imposibles peinados afro, escotazos, buena música y diálogos divertidos y secos) y conteniendo un variado surtido de muertes, que si bien bajo el punto de vista de gore, sangre y demás andan muy justitas, son realmente imaginativas, truculentas y resultonas (es una pena no haberse recreado más en la ejecución de estas, ni haber incluido algún que otro desnudo que tanto y tan bien acompañan a estas historias).
Sigue en spoiler por falta de espacio:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
tiznao
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8
19 de julio de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Arranca con Kent Marlowe (Robert Montgomery), un hombre que en la noche de fin de año atropello a un hombre cuando conducía en estado de embriaguez, entrando a cumplir la condena de 10 años a la que ha sido condenado a una cárcel llamada “The big house” y que a la llegada del furgón vemos como una inmensa y amenazadora mole.
Tras el protocolo de rigor, que consiste en requisa de sus efectos personales, cacheo, entrega de uniforme y charla del alcaide James Adams (Lewis Stone), es encerrado en una pequeña celda con 2 consumados delincuentes, un fornido y duro criminal llamado 'Machine Gun' Butch Schmidt (Wallace Beery) y John Morgan (Chester Morris) un consumado ladrón.
A partir de aquí tenemos un magnifico y recio drama carcelario, que nos muestra por primera vez (al menos que yo sepa, que hasta el descubrimiento de esta película creía que “Soy un fugitivo 1932” de Mervyn LeRoy era la pionera, lo cual no resta un ápice a la extraordinaria película protagonizada por Paul Muni) la dura vida en el interior de una prisión, en la que solo los más fuertes sobreviven, con todo tipo de personajes y situaciones que luego hemos visto en 1001 producciones de todo pelaje ambientadas entre los muros de una carcel y con un muy entretenido desarrollo de la trama, en base a la relación que se establece entre los 3 compañeros de celda, la trama amorosa entre Morgan y la hermana de Kent, Anne (Leila Hyams), cuando este consigue fugarse y va tras ella para vengarse por lo que cree que le hizo John antes de evadirse y el extraordinario film de acción en que se convierte en su tramo final (sorprende la intensidad y poderío con que están rodadas para la época de producción).
Súmese la excelente actuación tanto de Wallace Beery (nominado al Oscar de 1930 por este papel) en el papel del duro “Ametralladora” Butch, como de Chester Morris en el del otro kíe carcelario, un digno trabajo por parte del resto del casting y la innovación por parte de MGM (en un tipo de producción dominado por Warner) de adaptar un guion escrito por una mujer (Frances Marion), la cual se documento en la mítica prisión de San Quintín para ello y gano justamente el Oscar al mejor guion (además también obtuvo el Oscar a la mejor banda sonora) y tenemos una extraordinaria película de visión obligatoria.
tiznao
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