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Argentina Argentina · Buenos Aires
Críticas de Federico Furzan
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Críticas 26
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
4 de octubre de 2020
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
No creo que sea justo evaluar el cine de Brandon Cronenberg de acuerdo a lo que su padre hizo durante décadas. Creo que el joven director tiene una capacidad enorme para apartarse del género prácticamente creado por su padre, y perfilar una carrera por sí solo que por ahora solo ha tenido dos presentaciones, y ambas han sido aciertos en el género. Decir que hijo imita a padre es mentir. El cine de Brandon carece de un comentario social directo, y se limita a la originalidad de la historia como motivo. David nos sometía a su visión anormal de un mundo normal mientras que Brandon arma algo completamente nuevo para contar sus historias y no necesariamente hace referencia a algo existente. Al menos eso prefiero pensar con lo que ha hecho en Possessor, un arma de doble filo en forma de película.

Poco contaré sobre lo que ocurre. En una empresa de tecnología existe un aparato que permite habitar cuerpos. Para esto solo hace falta un implante cerebral por medio del cual se toma posesión de ese cuerpo externo, y el agente conectado al aparato domina las acciones del anfitrión. Esta empresa se destaca por hacer trabajos misteriosos que desatan violencia y suicidio para borrar rastros. Una agente se especializa en este trabajo, pero su última misión viene con “defectos”.

Hay algo complejo en la forma que Cronenberg modela la historia a ser contada. No es tradicional a la hora de plasmar elementos comunes y mucho menos se destaca por revelar el trasfondo de sus personajes y las razones que tienen detrás de sus acciones. El director y guionista nos obliga a seguirlo sin cuestionar demasiado. Acá es cuando Possessor es divisiva; es una película cuya temática infiere algo interesante pero no confirmado por el director. En el circuito de festivales muchos cuestionaron esto. Yo lo celebro.

Cronenberg prefiere indagar en el efecto como tema. Sus recursos son abocados a explicar la consecuencia de un acto perverso pero metódico. En Possessor no hay demasiada indagatoria moral sobre lo que se hace con la tecnología. Acá debemos entender que quizás las motivaciones van más allá de lo que sus personajes afirman en la pantalla. Es por esto que ese personaje principal se mantiene tan distante de su circunstancia actual, la que conocemos. No entendemos qué la mantiene ahí en ese sitio oscuro y lleno de promesa, muerte y éxito financiero. Pero en su silencio se aloja una historia no revelada que inicia en cada momento en el que pierde conexión con su cuerpo y se aloja en otro. Ese tercer acto de Possessor es tan enigmático como efectivo. Pura necesidad de interpretación personal del espectador. Cronenber nunca pierde el respeto por quien está del otro lado, ya que las conclusiones son múltiples si es que acaso son necesarias.

Possessor es un viaje audiovisual importante. El escenario es variante, nos desorienta, y nos somete en una película invasiva desde todos los sentidos. Acompañar a Cronenberg en su aventura es difícil. Y con Possessor las apuestas no están a nuestro favor. No nos sentiremos bien después de la película. El cine del hijo de Cronenberg es pesado, denso y efectivo. Necesitamos que siga haciendo lo que hace aunque se tarde demasiado.

**** Originalmente publicada en www.cinelipsis.com/possessor/ ****
Federico Furzan
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8
4 de octubre de 2020
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos sabemos qué tipo de película es Bill & Ted Face the Music. Al menos los que crecimos en ese ambiente dominado por experimentos ochentosos de comedia y fantasía. Y creo que somos esos lo que corremos a ver las nuevas aventuras de Bill y Ted, los Wyld Stallyns, el dúo que nunca encontró su lugar en el mundo. Casi treinta años han pasado y sí, hoy nos encontramos con dos personajes que el tiempo no ha perdonado. Pero así como sabemos y entendemos el tipo de película que se plantea en Bill & Ted Face the Music, un merecido descanso de nuestra situación actual, me cuesta dejar de reconocer y mencionar que la película aborda un sentido de soltar como pocas franquicias suelen hacerlo. Me sentí en compañía de amigos, pero también en compañía de quienes quedan y serán los que acompañen a nuestros herederos. Con una sonrisa gigante me despedí.

El rock no es igual. Es prácticamente inexistente. Y luego de todo el éxito que vino al final de Bogus Journey, Bill y Ted son los mismos de siempre, pero ahora con dos hijas, y la realidad tormentosa de la vejez. Pero llega una visita del futuro. Una que indica que la misión de los fracasados es crear una canción que salve al mundo. El talento no existe. Solo existe la capacidad de viajar en el tiempo, ir al futuro a recopilar la creación y volver al presente para presentar esa canción mágica. Bill y Ted deben aceptar el reto. Pero detrás de ellos están Billie y Thea, sus hijas, que se unen a la misión de imprevisto y aportan el mejor recurso a esta aventura.

Las aventuras de Bill y Ted no cambian. Son iteraciones de escenas dependientes de cuan creativo sea el guion que nutre de personalidad a dos hombres que no pueden seguir actuando como chicos porque ya no lo son. Y aun cuando hay una sensación de incomodidad en Reeves (observen sus movimientos, no son iguales), es imposible descartar la química que se produce con su compañero y el resto de quienes les acompañan. Cuando la película podría depender completamente de ellos, deciden proyectar a sus hijas como las geniales herederas de lo bueno y lo malo. En ambos personajes se esconde el secreto de una enseñanza indirecta sobre la franquicia. A esto sumamos que esa escena final es tan justa como debería ser, y Bill y Ted admiten que su objetivo siempre fue uno solo.

Nada en Bill & Ted Face the Music se siente como un elemento "adicional" que no tenía que aparecer. Todas las decisiones son acertadas. Es una película floja en su guión pero hay mucho que la salva. La música, personajes nuevos (el androide es GENIAL), un maquillaje excepcional que si no obtiene una nominación al Oscar sería una injusticia atribuida al género, y por supuesto la aparición de nuestro querido personaje, la Muerte. Es difícil no catalogarla como la mejor escena de la película. Una que trae lágrimas a los ojos. Un grito de redención, aceptación y amistad.

Esta es la tercera parte, y muy probablemente la última, de una aventura de casi cuarenta años. Quienes no hayan estado desde el principio, poco van a entender. Pero a veces explorar el pasado no está nada mal. Con Bill y Ted vale la pena ver lo que ocurrió en 1989, en 1991, y ahora.



**** Originalmente publicada en www.cinelipsis.com/bill-and-ted-face/ ****
Federico Furzan
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9
1 de octubre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que la creación de una serie como Fargo representa un riesgo que no solemos reconocer en medio del mar de entregas que inundan la televisión. No podemos descartarla automáticamente, pero tampoco hay una atención especial. Me parece trágico. Noah Hawley ha creado una épica readaptación que no tenía que salir bien bajo ningún concepto, y en una previa ocasión me había sorprendido. Acá el director desarrolla mucho más el concepto adoptado. Ya se sale de lo que la película de los Coen había planteado en algún momento y forma su mini historia, una precuela de mafias, policías inocentes, y secretos familiares que confluyen en una resolución magnífica. La segunda temporada de Fargo es el seguimiento que esperábamos y que merecemos. Como dice arriba, esta es una esas series necesarias. No entiendo cómo la gente todavía no la vio.

Pero al mismo tiempo sé que hay algo discordante en el estilo de Fargo y que podría alejar a las masas que están acostumbradas a las entregas con capítulos distintos pero con fórmulas idénticas. La serie se desarrolla entre el slow burn, el relato histórico y los encuentros de violencia marcados por una puesta en escena sorprendente. Ese “riesgo” que mencioné antes no se materializa nunca porque creo que quien se expone a la serie termina hipnotizado y ya sobrepasa los límites que en una primera entrega pudieron haber entorpecido la trama.

Esta vez nos encontramos con una precuela. En North Dakota una familia lidera el mundo de las mafias, pero cuando su patriarca tiene un ataque, su esposa y sus hijos empiezan a pensar en el reemplazo. También los otros líderes empiezan a ver cómo pueden apoderarse de los negocios. En medio de esto, un incidente en un café en el medio de la nada, causa un desastre que también involucra a una pareja inocente que decide actuar y no revelar un accidente fatal. Esta especie de coincidencia llevará a la policía a investigar negocios, venganza y la violencia poco particular de la era.

Se añade a la mezcla un casting sorprendente. La serie incrementa el poder de su propuesta mediante un guion que obliga a sus personajes al encuentro ocasional, situaciones en las que todo puede ocurrir. Los enfrentamientos nos permiten recordar lo que en esa primera temporada se había planteado como posibilidad. Debo hacer mención particular al “deus ex machina” más inesperado de la televisión. No voy a contarles mucho, pero es algo tan divisivo y tan original que solo puede causar dos cosas: abandonar o seguir la serie. Sí, es así de determinante.

No es mi serie favorita, pero va en camino a eso. Llegué tarde a ella, pero creo que es mejor tarde que nunca, y hoy en día agradezco a un Noah Hawley que se atrevió a hacer algo distinto con la televisión, y girar todo a su favor. Es un escritor poco reconocido en la industria pero eso debemos cambiarlo. Al menos yo sí pienso adoctrinar a todo el que me pregunte sobre cuál serie debería ver: Mi respuesta desde ahora siempre va a incluir Fargo.

**** Originalmente publicada en https://cinelipsis.com/fargo-season2/ ****
Federico Furzan
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5
1 de octubre de 2020
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A medida que el tiempo pasaba después de haber visto El Practicante en una noche de viernes, en la semana en la que se estrenó, iba debatiendo sobre el efecto causado por una película poco pretenciosa pero de premisa valorable. Precisamente su idea principal, bien explotada en su primer acto me permitió conocer las raíces de un personaje que identificamos de forma inmediata. A ese hombre violento, de rabia ilimitada y muy calculador, lo conocemos. Es una buena proyección de una realidad bien conocida comúnmente.

En esa idea, en su planteamiento, El Practicante es interesante. Es lamentable que su desarrollo haya sido más sensacionalista que otra cosa. El Practicante es una prueba de que las posibilidades a veces son más aterradoras que lo que termina ejecutándose en la película.

Por suerte, la película se toma el tiempo necesario para plantear a su personaje principal. Es realmente necesario como el recurso idóneo para entender lo que lo motiva y lo que puede terminar haciendo.

Ángel es un paramédico que trabaja atendiendo emergencias. Pero se aprovecha de las víctimas. Es un hombre frío, inseguro. Su actitud de parásito lo lleva a robar objetos de las víctimas, aprovechándose de la tragedia a la que se enfrenta diariamente. Ángel convive con su novia, y a pesar de que han intentado convertirse en padres no lo han logrado. Esto ha hecho que la relación sufra un poco, llevando a Ángel a sospechar de la fidelidad de Vanesa. En pleno trabajo Ángel sufre un accidente que lo deja en una silla de ruedas. Encerrado y con más tensión que nunca por no poder controlar lo que ocurre a su alrededor, Ángel se convierte en un pilar de paranoia y violencia que terminará en una desesperada movida por mantener a Vanesa a su lado.

En ese magnífico primer acto, la película contiene una idea bastante clara sobre el efecto que quiere causar en el espectador. La interpretación de Mario Casas es progresivamente mejor a medida que la película desarrolla ese concepto del “novio violento que necesita siempre tener el control”. Creo que en esa primera mitad hay algo invalorable en materia de suspenso.

Pero la película cae en un abismo desordenado cuando no halla qué hacer con el contexto logrado. El Practicante plantea que su personaje principal no tiene límites a la hora de idear un plan. Y sus planes funcionan. El problema es cuando en el plano general nada puede funcionar de esta resolución. En el cierre (no en el final) el director de la película parece recolectar buenas escenas y editaras sin un orden específico para darnos a entender la maldad del villano. Pero ¿Dónde está la visión del objetivo final? ¿Qué quiere lograr Ángel con todo lo que hace? Piensen en Misery y su magnífica interpretación de las intenciones y los actos desconocidos. A veces no es suficiente con hacer sentir incómodo al espectador. La luz al final del túnel ni siquiera tiene que ser clara. Solo tiene que existir. Esto no destruye a la película. Es solo un obstáculo difícil de omitir.

Y por último, ese final. Wow. Aplausos para quien tuvo las agallas de romper el molde y regalarnos el triunfo en forma de venganza que la película nos asoma con perspicacia.

**** Originalmente publicada en https://cinelipsis.com/el-practicante/ ****
Federico Furzan
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10
1 de octubre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me gusta escribir clases de historia. Me parece que para eso hay que buscar libros e investigar. Además, creo que nadie está en este medio para explorar lo que ocurrió en una película realizada hace 89 años. Parece ser más importante entender cómo nació el horror como género comercial, y generalmente aceptado durante la era del “pre-code” (esa etapa oscura del cine en el que no existían códigos sobre lo que se podía mostrar y lo que no podía estar en pantalla). Dracula de Tod Browning parece ser una buena oportunidad para explorar la historia que no se trata del blanco y negro, o del sonido poco nítido. Es conveniente entender por qué es el clásico que ayudó a conformar una etiqueta para Universal Pictures que hoy, no tiene el resultado que todos esperaron en su relanzamiento. Quizás el pasado es intocable.

Decir que Browning hizo Dracula de principio a fin es ir en contra de lo que dicen muchos que vivieron aquella época. Era un director errático que mostró sus intenciones desde el principio de la producción. El casting fue horrible. Nadie creía en Bela Lugosi como la cara del conde, y no fue sino porque lo había interpretado en el escenario de forma admirable que alguien decidió elegirlo. Los efectos especiales eran pobres para la época, y nadie sabía como manejar bien el concepto de sonido en el cine. Era una apuesta que solo contenía valor porque era el lanzamiento oficial de la obra de Stoker en la gran pantalla. Nada más. Y así Universal Pictures crea el personaje que hasta el día de hoy sigue utilizando como un icono del horror.

Eran otros momentos. Las producciones eran compartidas literalmente, ya que en la noche se rodaba Dracula de Tod Browning y durante el día George Melford hacía su versión de Drácula. Se extraían metrajes de otras películas y se insertaban como parte de la película. Todo era precario y no era meticuloso. Nadie apostaba por producciones gigantes con presupuestos exorbitantes. Entonces ¿cómo Dracula se conforma? ¿Dónde está lo que la hace merecedora de tanta atención casi un siglo después?

Creo que primero que nada, se debe reconocer el riesgo del horror en una época en la que este tipo de películas no existían y mucho menos con sonido. El estudio se arriesga con un estreno limitado y misterioso. La gente se desmayaba en los cines. El éxito era inmediato.

Pero también el elemento “Lugosi” es difícil de omitir. El actor indicaba que era la última vez que lo iba a interpretar debido a que no quería ser un estereotipo. Pero indudablemente imprime autenticidad a un rol distinto para la época. La sutileza, la elegancia y la incorporación de personalidad, era algo innovador que no tenía la obra original de Stoker y mucho menos lo que Murnau había hecho con Nosferatu. Sí, Browning y los guionistas se inspiraron en lo que habían visto antes para poder crear el escenario de Lugosi. Pero es el actor quien termina de modelar lo que hasta hoy se mantiene. La tensión sexual de un hombre cuya hambre es innombrable, nunca admitida pero omnipresente. Es en esta seductora personalidad que Lugosi se mantiene de principio a fin para poder patentar al personaje que hoy es más cultura que otra cosa. Si los clásicos se deben respetar, Lugosi es un excelente punto de partida para ello.

Con una corta duración, Dracula de Tod Browning pasa desapercibida actualmente como documento de análisis más que un largometraje de horror. Pero en esa puesta en escena hay algo. Hay miedo por lo desconocido, hay cierta actitud juguetona por parte de un Van Helsing poco recordado, y hay una sensación general de la grandeza de un personaje que dura muy poco tiempo en pantalla lamentablemente. El clásico de Browning es clásico por Bela Lugosi. Negarlo es negar la historia del horror y del vampirismo como uno de los subgéneros más importantes.

**** Originalmente publicada en https://cinelipsis.com/dracula-browning/ ****
Federico Furzan
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