Más allá de ese título, o más bien insulto, que los distribuidores españoles decidieron sustituir al original, poético, y con mucho más sentido, Fur – Piel - , la película que nos ocupa es de nuevo una sólida y morbosa historia de amor servida por su realizador Steven Shainberg tras la celebrada Secretary.
Fur (pues me niego a insultar a la obra) ofrece ese retrato imaginario de Diane Arbus aventurándose a parámetros oníricos y surrealistas de los que no siempre sale bien parada, ante todo por un ritmo irregular y un tono disperso en cuanto a desarrollo y personajes, algo que no cabe duda podría haberse enmendado con un guión más sólido y tan cuidado como la colorista puesta en escena de Shainberg cuyos fotogramas captan la atención de un publico que en no pocas ocasiones asiste a los insólitos actos de sus protagonistas con expectación pero incredibilidad. Acierta en el tono que imprime el director a su historia y su enfoque, que lejos de ser una biografía con patrones clásicos o un retrato puro de un artista se centra más en una melancólica y triste historia de amour fou casi platónica cuyo desarrollo queda sustentado por la inmensa Nicole Kidman, en un nuevo e infructuoso intento en el que la actriz demuestra que es, puede, la mejor actriz contemporánea, además de una de las más arriesgadas y camaleónicas, que en este papel afronta difíciles retos y retrata a Diane Arbus con respeto y de forma mimética, componiendo un personaje sensible, enamorado, lujurioso, y sin lugar a dudas, un genio.