En una Copenhague de fines de siglo XX, interactúan una serie de personas con serias dificultades para adaptarse a los cambios de la vida y de la época: encontramos personajes antisociales, violentos, racistas; depresivos, resignados y mediocres.

La dirección de Nicolás Winding tiene ese ADN del cine escandinavo que tanto gusta, con una fotografía sobria, un ritmo propio del cine de esta parte del mundo y un guion que deja ver de manera inteligente los cambios sociales, como la emigración, que a fines del siglo empezaba a experimentar la sociedad danesa.

Las actuaciones son de lo mejor de la cinta, en las que resalta un joven Mad Mikkelsen, que construye un personaje introvertido, torpe, antisocial y friki, cuyo mundo gira en torno a una de las hoy extintas vídeotiendas. Sus diálogos son un deleite, y la calidad de sus gestos y lenguaje corporal ya lo perfilaban como la nueva cara del respetado cine danés. Kim Bodnia es otro que merece la pena ver. Su personaje involuciona en una decadencia moral y emocional autodestructiva y nos ofrece una de las mejores actuaciones de su carrera.

Algunas secuencias reflejan los valores de una sociedad que empezaba a transformarse, así como el rechazo y resistencia hacia estos cambios. La pelí nos ofrece escenas muy crudas, mayormente protagonizadas por un tremendo Levino Jensen.

Al final puede que algunas historias se desarrollen mejor que otras, pero no deja de ser un producto de calidad, y referente del cine danés de los 90.