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Voto de Sinhué:
7
9 de agosto de 2011
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hombre que acabó realizando la inolvidable "La leyenda de la ciudad sin nombre" dirigió esta romántica comedia a mayor gloria de la dulce miope Marilyn Monroe. Cuenta los días de un vaquero en la ciudad, a la que ha acudido para participar en un rodeo. Nuestro chico es el prototipo de la bondad, la ignorancia y la candidez. Su "ángel", la primera chica que encuentra en un bar musical cerca del hotel, habrá de soportar el acoso y los excesos de la espontaneidad del aspirante a esposo, padre y ranchero.
Aunque el paso del tiempo no ha limado las adherencias ñoñas de la película, la presencia de la desafortunada rubia hace que la miremos con cariño y que sonriamos ante la previsible historia de amor y su desarrollo; porque en el fondo sabemos que esos enamoramientos, que en la sociedad actual encasillaríamos como propios de los retrasadillos o disminuidos psíquicos, tienen una carga de verdad y ternura difícil de superar, al menos en sus inicios, incluso por los grandes y sufridos amantes que la historia señala como prototípicos.
Parece probado, una vez visto Bus Stop, que Don Murray y Jim Carrey son clones de un mismo elemento matriz, aunque el segundo se activara 33 años después que el primero.
Miel había en la mirada perdida y triste, en los mohines y en su medrosa voz de corista; miel intuimos en los redondos, carnosos y frescos cántaros y cantarillos que Marilyn dice esconder tras sus procaces modelitos.
Aunque el paso del tiempo no ha limado las adherencias ñoñas de la película, la presencia de la desafortunada rubia hace que la miremos con cariño y que sonriamos ante la previsible historia de amor y su desarrollo; porque en el fondo sabemos que esos enamoramientos, que en la sociedad actual encasillaríamos como propios de los retrasadillos o disminuidos psíquicos, tienen una carga de verdad y ternura difícil de superar, al menos en sus inicios, incluso por los grandes y sufridos amantes que la historia señala como prototípicos.
Parece probado, una vez visto Bus Stop, que Don Murray y Jim Carrey son clones de un mismo elemento matriz, aunque el segundo se activara 33 años después que el primero.
Miel había en la mirada perdida y triste, en los mohines y en su medrosa voz de corista; miel intuimos en los redondos, carnosos y frescos cántaros y cantarillos que Marilyn dice esconder tras sus procaces modelitos.