De forma habitual, en las recurrentes historias afectivas del cine de Wong Kar-Wai, el amor es inaprensible; de una extrema fugacidad, aunque deje un poso eterno. Para él, este intenso sentimiento solo encuentra su culmen en el fracaso o, al menos, en la sonámbula situación de la parte perdedora.

Fue en Chungking Express donde el hongkonés (nacido en Shangay) inició su máster artístico sobre la volatilidad, cuando no imposibilidad, de las relaciones de pareja. Su forma de contarlo, no obstante, constituye un auténtico nuevo género, creado dentro de un caleidoscopio de luminosas referencias: fílmicas, musicales, cómic...; que nos embarca en un melancólico viaje de las emociones, cuando no en una pieza más de su collage, ¡tan bello y sensible!

Enamora Wong Kar-Wai, y su cine no es pretencioso ni busca la solemnidad; aunque es indiscutible que la encuentra; en esta ocasión, de la mano de dos agentes que patrullan las abigarradas calles del barrio de Tsimhatsui. Los policías 223 y 663 también quisieran detener ese virus que a todos nos ataca y sobre el que se escriben tratados y poesía. Lo llaman amour en Francia, love en Inglaterra y 爱 (Ài) en chino.