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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
7
Drama Francia siglo XVIII. El Marqués de Sade pasa los diez últimos años de su vida en el asilo Charenton. Allí entabla amistad con el abate Coulmier, con el que comparte el afecto de Madeleine, la lavandera del asilo. Cuando Napoleón envía a un médico para que cure su presunta locura, el temperamento rebelde del marqués se agudiza todavía más. Obtuvo tres nominaciones a los Oscar, incluyendo el de mejor actor (Geoffrey Rush). (FILMAFFINITY)
24 de noviembre de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los últimos años de la vida del Marqués de Sade (1740-1814), los transcurridos en el manicomio o sanatorio de Charenton, son los escogidos por Philip Kaufman y las escasas licencias de su guionista Doug Wright para hablarnos de los problemas de un escritor polémico y sus continuos encontronazos con el poder establecido. En los días que sucede la historia que nos ocupa, mandaba y ordenaba callar Napoleón Bonaparte, pero el Marqués ya había visitado también las cárceles monárquicas y republicanas; treinta años de su vida los pasó entre rejas.

Nuestro narrador de hechos eróticos (Geoffrey Rush) intenta defender con su pluma, como si de una espada se tratara, su derecho congénito a la creación y a la libertad, sin dudar en ningún momento de que los irregulares, locos y delincuentes son precisamente quienes tratan de evitar que él se exprese. Para hacer navegar su verbo irrefrenable cuenta con la colaboración de la asistenta Madeleine (Kate Winslet), enamorada de su obra y su personalidad, y la aquiescencia y comprensión del abate liberal, y director del centro psiquiátrico, Abbe Coulmier (Joaquin Phoenix). Por contra su rival más encarnizado será el doctor Royer Collard (Michael Caine), enviado por el propio emperador enano para poner orden en su volcánica cabeza.

Las buenas interpretaciones de todo el reparto hacen que elijamos pronto y de manera objetiva hacia quién inclinamos nuestras simpatías; y por si hubiera alguna duda, la sibilina lengua del Marqués de Sade, intelectual látigo para fustigar hipócritas, nos aclara conceptos y barre de obstáculos el camino de la razón y la verdadera literatura. "Yo, - viene a decir - no soy culpable de los resultados que provocan mis escritos. ¿Sería la Iglesia responsable del ahogamiento de sus fieles, si estos, siguiendo las pautas del evangelio quisieran caminar sobre las aguas?"

El controvertido personaje, que aún en nuestros días sigue levantando pasiones encontradas, no está nada mal dibujado aunque no sea un francés el que mezcla en la paleta. Y es que el Marqués es tan internacional como sus cuentos y hace ya mucho que se convirtió en Patrimonio de la Humanidad.
Sinhué
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