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España España · Salamanca
Voto de La Maga:
9
Drama. Romance Chris Wilton (Jonathan Rhys Meyers) es un ambicioso y joven profesor de tenis con escasos recursos económicos. Gracias a su amistad con Tom Hewett (Mattew Goode), consigue entrar en la alta sociedad londinense y enamorar a su hermana Chloe (Emily Mortimer). Tom, por su parte, sale con Nola Rice (Johansson), una atractiva americana, de la que Chris se encapricha nada más verla. El azar, la pasión y, sobre todo, la ambición llevarán a ... [+]
23 de enero de 2007
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer punto de partido: Woody Allen quizás no reflexione, ironice o filosofe tanto como nos tenía acostumbrados, pero aquí es capaz de perfilar una historia de amor a tres bandas a través de un híbrido de géneros que van desde la comedia de enredos, al drama pasional y la intriga criminal. Lo convencional de la historia no debería asustaros, parece un culebrón más, sin embargo, su predilecta disección de las clases altas, repletas de deseos frustrados, celos, apariencias, infidelidades y sentimientos de culpa, encuentra en la lucha intensa entre la pasión y el bienestar, entendido éste como el mero materialismo del lujo y la comodidad, una oportunidad para renovarse y llevar a cabo una metáfora sobre la importancia de la suerte en una sociedad tan podrida como la occidental. No falta su acostumbrado e incisivo retrato moral. Además, nos interpela sobre dos cuestiones: ¿amor o dinero?, ¿es necesario mantener la conciencia limpia, o podemos seguir manteniéndola tan sucia como de costumbre?

Segundo punto de partido: algo está cambiando en el cine de Allen. Ahora sus preferencias recogen mayores dosis de sutilidad y menores de trascendencia, la imagen misma tiene otro tono y otro ritmo, el humor es más subterráneo, y gracias a la fotografía de Remi Adefarasin, construye una pieza de realismo poético, artificialmente hermosa, como toda obra de arte. Abandona el jazz, se pasa a la emoción contenida de las arias de la ópera (Verdi, Rossini, Bizet…), eleva sus dosis de erotismo, y sigue pujando por la juventud de sus protagonistas (Johansson se erige en heroína cual rubia fatal de Hitchcock, Meyers transmite a la perfección la mezcla de fatalismo, fragilidad y ambición que requiere su personaje).

Tercer punto de partido: Woody Allen ha vuelto por sus fueros. Aunque hayamos dicho adiós a sus cualidades sanadoras, su aparente anonimato tras la cámara no le impide, como ya hiciera en Delitos y faltas, volver a redondear una obra con la mordacidad, el escepticismo y el arribismo que lo caracterizan. Agrio y pérfido, se reconcilia con su seguidor con este juego de espejos y lucimiento. Dostoievski, Chéjov, y la representación pagana de Dios nos recuerdan que el trabajo, el sacrificio y la fe no importan para tener éxito, la imposibilidad de controlar todos los factores que rigen nuestro destino y la importancia de las pequeñas (enormes) decisiones. Reflexiones sobre los valores, la justicia y la moralidad en tierras londinenses, sin tiempos muertos, y con la belleza visual y los giros narrativos por bandera.
La Maga
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