La magnífica tensión que propone este film australiano es meritoria, ya que cuenta con tan sólo una localización y muy pocos elementos: una habitación y una cámara de vídeo, donde un hombre ve acongojado la cinta que le ha grabado su mujer como "regalo" de cumpleaños. Una verdadera tortura psicológica muy bien llevada que difícilmente olvidará el espectador que la contemple.