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Colombia Colombia · http://filmicas.com | Bogotá
Voto de Luis F Ragua:
7
Intriga. Drama En una Cumbre de presidentes latinoamericanos en Chile, en donde se definen las estrategias y alianzas geopolíticas de la región, Hernán Blanco (Ricardo Darín), el presidente argentino, vive un drama político y familiar que le hará enfrentarse a sus propios demonios. Deberá tomar dos decisiones que podrían cambiar el curso de su vida en el orden público y privado: por un lado, una complicada situación emocional con su hija, y por otro, ... [+]
18 de octubre de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
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“¿El mal existe?”. Hernán Blanco, un desprevenido presidente de Argentina, que lleva apenas un par de meses en el cargo y del que poco se sabe, es tomado por sorpresa por esta pregunta, durante una entrevista privada con una periodista experimentada. Su respuesta, por primera vez, no es calculada ni diplomática. Existe, y no se llega a presidente sin haber visto el mal–y no solo en los otros. Es quizás el primer momento en “La cordillera” en donde se revela algo real en el personaje de Blanco, quien ha sido descrito por periodistas como poco más que un idiota útil.

Desde el inicio de “La cordillera”, el presidente de Argentina es presentado como un enigma. Vemos a sus colaboradores hablando de él pero él permanece oculto, en medio de su primer reto internacional como presidente, una cumbre de países latinoamericanos donde se definiría el futuro petrolero de la región. Verlo, encarnado en Ricardo Darín, no cambiará mucho el asunto. Su carácter tenue nos genera la misma duda que acecha al país que lo eligió: ¿es realmente un “hombre del pueblo”, un trabajador nato que casi por azar llegó a lo más alto, o está esperando el momento preciso para sacar las garras?

La película de Santiago Mitre, conocido por “El estudiante” y la excelente “Paulina” (La Patota) de 2015, se desenvuelve como un estilizado y atrapante thriller político enfocado en el personaje de Blanco hasta que la hija del presidente se sienta frente a un psiquiatra, y una extraña y larga secuencia de hipnosis le da a la película un giro inesperado.

Estas dos mitades de la película, que por momentos parecen irreconciliables, están tejidas por el enigma del personaje principal. Blanco se convierte en la clave para las negociaciones en la cumbre, y en la clave para entender la crisis de su hija. Y mientras unos y otros–periodistas, presidentes, cancilleres y psiquiatras–intentan desentrañar el misterio del presidente, nosotros lo iremos descubriendo poco a poco.

Lo que parece interesar a Mitre es desconstruir un personaje que se presenta como el epítome de la “figura pública” en el mundo contemporáneo. Una figura donde cada gesto, cada palabra y cada imagen está sumamente cuidada, en la era donde un tweet o una fotografía puede derrumbar, a veces justamente, una carrera. Una figura para la que no existe el bien o el mal, sino lo que se ve bien, o mal.

La fotografía de Javier Julia acentúa el enfriamiento en las relaciones del protagonista hasta el punto de congelamiento, con unos tonos azules y blancos que se endurecen a medida que aumenta la tensión, especialmente entre padre e hija. Y cuando Blanco se ve enredado en una maraña de intereses políticos y económicos, la cámara lo sigue por los sinuosos caminos que suben y bajan de la cordillera de los Andes. Y Alberto Iglesias demuestra, una vez más, que merece su lugar en el podio de los grandes compositores para cine. La inteligente dirección de Mitre es evidente también en el manejo de los actores, una suerte de all-stars del cine reciente latinoamericano que, a pesar de ser numerosos, logran brillar en sus propios momentos: a Ricardo Darín lo acompañan Érica Rivas (Relatos Salvajes), Paulina García (Gloria), Daniel Giménez Cacho (La mala educación), Dolores Fonzi (Paulina), Alfredo Castro (Desde allá), Elena Anaya (La piel que habito) y una participación breve pero precisa de Christian Slater.

“La cordillera” es, en su base, un estudio psicológico del poder, disfrazado de intriga política y de thriller psicológico. Y aunque por momentos el disfraz sea más llamativo de lo que le conviene, Mitre demuestra que tiene el control sobre cada aspecto de su película.
Luis F Ragua
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