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España España · Cáceres
Voto de Tiggy:
10
Drama Jesús, un carpintero de Nazaret, decide atender la constante llamada de Dios. Pero cuando está a punto de completar su misión, debe hacer frente a la mayor de las tentaciones y realizar un sacrificio para salvar a todos los hombres. (FILMAFFINITY)
12 de abril de 2020
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La mayor aventura se da la mano con el mayor drama humano de toda la historia de la humanidad, en un largo viaje cargado de todos los sentimientos, impíos y puros, que conllevan todos los humanos en sus corazones, representado por un amoral carpintero de Nazaret, Jesús que, repudiado por su pueblo, se embarca en una epopeya espiritual para esparcir la nueva palabra de Dios, un nuevo orden que congregará a la gente en el amor, la misericordia, la piedad, la caridad... con ayuda de sus discípulos, amigos y seguidores que ayudarán al mesías, en segundo plano, a conseguir su fin. La lectura ofrecida por el escritor Nikos Kazantzakis sobre la hipotética vida de Jesús de Nazaret es tan controversial como humana, tomándola Martin Scorsese, director de la obra, y retocada por su ayudante y guionista Paul Schrader, convierten esta película en una visión muy diferente sobre la imagen de todo lo que involucra a las Sagradas Escrituras, acercándose más a un espíritu más arrogante, incluso bravucón, aunque benigno pero rozando la indecencia que adoptan sus personajes en el trayecto de la historia, aproximándose de una forma más realista a la imagen y psicología humana que a la de un mesías, recordando que Jesús no era más que un hombre tocado por Dios, pero un hombre, con sus respectivas virtudes y defectos que ello conlleva; enamorándose de una prostituta (María Magdalena), dejándose embaucar por el miedo e incluso por Satanás en los momentos de debilidad, dejando de lado su pueblo, su causa, su revolución, en resumen, flaqueando y entregándose a los sentimientos más obscenos aún intentando luchar contra ellos convirtiéndose durante todo el metraje en una amalgama de dudas y de conflicto interno entre qué es lo que está bien y qué es lo que está mal. Si a todo ello le agregamos el estilo único de Scorsese, sí que más contenido, pero su estilo sigue estando igual de presente tanto por lo explícito de sus imágenes como, en parámetros técnicos, una iluminación que resulta insultante por la perfección que alcanza, unos planos muy arraigados a su tipo de cine que, en una película como esta, le permite innovar y hacer alguna peripecia arriesgada con la cámara incrustando secuencias tan extrañas como maravillosas, y una fotografía a cargo de Michael Ballhaus y perteneciente a Marruecos que es en sí una preciosidad durante toda la cinta pero, llegando al tramo final, es un auténtico deleite visual contrastando con una gama de colores cambiante y muy antagónica de escena a escena, pero infundidas en una composición de plano y, en general, un conjunto, que es apabullante para los sentidos. Obviamente debo mencionar un montaje sosegado que denota mucha veteranía por parte de Thelma Schoonmaker, esposa del director y que, sin ella, sus películas no serían lo mismo (es la responsable del montaje de gran parte de su filmografía). Con esta película, Scorsese sitúa una acotación en su trayectoria para reivindicar su creencia, y los numerosos conflictos internos que ha mantenido en su vida con ella, apartando su particular cine de gánsteres para acercarse a la espiritualidad y, como Jesús, aclarar sus dudas existenciales, lo que convierte esta película en una pieza fundamental para comprender el cine del maestro. Con un ritmo, por razones obvias lento por la cantidad de asuntos que está obligada a transmitir, Scorsese se aposenta en el poderío escénico y la fisionomía tan característica de Willem Dafoe dando vida a Jesús con una representación entregada en su máximo poder, recreando auténticas maravillas en cámara y soportando todo el peso de la película sobre sus hombros, su cruz particular, y apoyado por un elenco de lujo donde sobresalgo al impresionante Harvey Keitel, habitual en el cine del italo-americano, e interpretando a mi personaje favorito, Judas, ofreciendo una lectura sobre él completamente distinta a la extendida por el cristianismo. También recalco a una maravillosa Barbara Hershey dando vida a María Magdalena y, reforzando la controversia, la aparición estelar de David Bowie (bisexual declarado trabajando en una película religiosa) encarnando al cruento Poncio Pilato. A pesar de emplear tantísima cantidad de simbología y recursos enteramente literarios, la fluidez y fructuosidad con la que transcurre el argumento manteniendo el ritmo no representa en ningún momento un obstáculo para la comprensión adecuada de los hechos. La banda sonora compuesta por Peter Gabriel, a pesar de su absoluta discordancia con la temática, está tan bien implantada y realizada que consigue hacer una simbiosis perfecta con las imágenes, así como un vestuario minuciosamente escogido para acercarse lo más posible a la realidad, con una labor titánica por parte de Jean-Pierre Delifer.Es una maravilla de película, con un mensaje que es un tributo torrencial en potencia, y, a partir de hoy, una de mis películas favoritas. 'La muerte es una puerta que se abre y pasas a través de ella.'
Tiggy
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