Sería más cómodo hablar de literatura si no fuera porque se trata de lenguaje cinematógrafico. En realidad, casi todo en esta cinta es una fallida novela distópica que no logra resolver el gran conflicto (o conflictos) que plantea. Por un lado parece recordar el "eterno retorno de lo idéntico" de Niesztche, sin posibilidad de réplica, pues allí donde no hay libertad no puede crecer a armonía, que en sociedad sería tanto como decir la justicia o la bondad platónicas. Por otro, se nos habla o recuerda que toda convivencia ha de ser regida por unas normas y cuantas más normas, mejor se crea un ambiente de docilidad y servilismo, muy propicio para las tiranías rimbombantes y psuedointelectuales. A fin de cuentas, la sobria interpretación de Fiennes y la carismática y docente de Sutherland nos transportan a la tenue condición humana sin remisión ni continuidad. El tiempo no cura nada, pues no es su trabajo... el tiempo distorsiona y nos hace sucumbir.
Conviene recordar que la imagen ha de expresar contenidos y continentes que la palabra escrita o hablada no comprende ni acoge. Sin llegar a aburrir, tampoco sobrecoge... es más de lo mismo. Al final, a quienes gustan de buenos libros, se recurre a "La isla" de Huxley o "Ferenheit 451" de Bradbury, sin ovidar obras menores de la ciencia ficción con un punto trágico filosófico, como "Battle Star Galactica". Saludos