Narración documental que nos cuenta como un teórico de la conspiración llamado Alex Jones retorció de mala manera un tiroteo mortal en una escuela para adaptarlo a sus prejuicios, y como todo derivó en dos causas judiciales por difamación absolutamente absurdas y surrealistas. Que los familiares tuvieran que verse en la tesitura de declarar que sus hijos existieron y que no formaron parte de un montaje en el que fingieron su muerte, entra en el terreno de lo indescriptible, abominable y grotesco.

El tal Alex Jones es un libertario que aborrece el Estado y cualquiera de sus instituciones representativas, las cuales considera ilegítimas de partida. De ahí viene todo su discurso, su paranoia y, finalmente, su maldad. Un tipo elocuente que sabe como ganarse a las masas, con facilidad para la verborrea y la habilidad de saber plantar la duda en las mentes vulnerables, explotando su miedo, su inseguridad y su ignorancia. Parte de la matanza de Sandy Hook para declarar que todo es un montaje con el fin de abrir la puerta al control de armas, algo a lo que cualquier fanático redneck se opondría. Ya lo decía el difunto Charlton Heston: "Solo me lo quitarán de mis manos frías y muertas", refiriéndose a su arma de fuego. La bola de nieve no paró de crecer durante una década, con vejaciones y acoso masivo a los padres de las víctimas por parte de los seguidores fanatizados de Jones. Ni dos condenas millonarias le han frenado hasta el día de hoy.

Sin duda que fue inspiración para aquel personaje de la serie Homeland llamado Brett O'Keefe, que aparecía en las temporadas 6 y 7. Un comunicador "alternativo" que con sus invectivas incendiarias termina provocando un enfrentamiento brutal entre sus devotos armados hasta los dientes y las autoridades. Los bulos de un ser sin escrúpulos convertidos en negocio a costa de los sufrientes no es algo que esperáramos ver como habitual en este principio de siglo, pero aquí estamos. Este tipo de personajes ya son peligrosos desde cierta marginalidad, así que imagínenlos dirigiendo países. Ya lo hemos visto a lo largo de la historia y lo hemos estudiado en los libros. El documental nos muestra como la maldad se abre paso, y lo difícil que es combatirla sin perder la compostura. No parece haber una fórmula del todo eficaz, así que no nos queda otra que temblar en espera de la siguiente explosión de perversidad. Van ustedes a sufrir viéndolo a poco que tengan la mente en su sitio, pero tienen que verlo.