Drama procedente de Serbia bajo un contexto de postguerra, con toques que la tratan de vender como la película de terror que no es. Estamos en un enclave serbio dentro de Kosovo, donde una familia se ve acosada por algo o alguien que nunca vemos, aunque se intuye por el contexto. La presencia de tropas occidentales de pacificación no mejora demasiado su día a día.

En los conflictos originados en los Balcanes desde los años 90 para acá, los serbios siempre han quedado retratados como los malos y los agresores. Como pasa en todas las guerras, existen matices y lecturas en todos los bandos incómodas para el adversario. En esta ocasión, se denuncia el acoso sufrido por la población serbia étnica en un lugar poblado abrumadoramente por albanokosovares. La simpatía general siempre ha estado del lado kosovar como pueblo agredido y masacrado, mientras que a los abusos de sus milicias sobre la minoría serbia apenas se les ha dado publicidad.

En el plano meramente cinematográfico, nos vemos trasladados al lugar gracias a una notable puesta en escena, respirando de primera mano la precariedad vital de la familia protagonista. Encabezada por un patriarca que rechaza de plano abandonar su hogar, las cosas se ponen cada vez peor para su hija y su nieta, y la angustia por la supervivencia se palpa. No obstante, no suceden suficientes cosas como para mantenernos en tensión. Los trucos empleados para conferir misterio y tenebrosidad pronto se desvelan como tales, dejando al descubierto lo que no es sino un drama humano sobre las consecuencias de una guerra. Los buenos valores de producción hicieron que no se me atragantara, pero habrá para quien no baste.