Una mirada hiper realista a la retirada del último batallón soviético de Afganistán. El avión del hijo de un general del a URSS es derribado en las montañas afganas, y un grupo de soldados que ya se batían en retirada es designado para negociar su rescate.

Al tener un tratamiento hiper realista no estamos ante una obra que nos ofrezca grandes momentos de esfuerzo bélico, ni escenas épicas de heroísmo. En una película muy crepuscular, donde en todo momento planea en el aire la sensación de derrota y decepción que para el ejército soviético supuso la retirada del país. Como si fuera la premeditada antesala de la caída de la Unión Soviética. No es fácil de seguir en ese sentido, ya que tiene tramos en los que no existe esa tensión ni esa acción que normalmente asociamos al cine bélico. Aunque los encontronazos armados entre los destacamentos rusos y los milicianos muyaidines están muy bien filmados y se aprecian muy verosímiles.

Se transmite bien esa decadencia que ya arrastraba la URSS, transmitida por los actores a través de composiciones de soldados quemados por la guerra, y que se marchan sin saber ni para qué estaban allí. También es interesante como nos cuentan la relación del ejército soviético con las diferentes facciones de la resistencia afgana, unos como aliados de conveniencia y otros como cerriles enemigos. Nada es totalmente blanco no negro, ni en las guerras. Hay que echarle algo de paciencia pero merece un vistazo.