Historia que hemos visto en pantalla en multitud de ocasiones, que relata cómo chico de clase alta conoce a chica de clase media/baja y dudoso pasado, se enamoran, y se topan de bruces con la realidad de una sociedad clasista que aboga, de cara a la galería, por las segundas oportunidades pero siempre que no toque de cerca a un miembro querido que ponga en jaque el status social que se tiene de la familia.

Primera de las colaboraciones entre Frank Capra y Barbara Stanwick de los cuatro filmes que hicieron juntos a principios de los años 30, resulta una película reveladora del talento del director, primero para desenvolverse con soltura en esos primeros años de utilización del sonoro tras un gran bagaje en el cine silente, y por otro, de la sensibilidad que siempre mostró hacia sus personajes frente a las coacciones sociales a las que eran sometidos.

De desarrollo deudor de la obra teatral en la que se basaba, en cuanto a ritmo se refiere, va ganando en profundidad y dramatismo que debe aliviar en determinados momentos con la presencia de los personajes de Lowell Sherman y Marie Prevost, que aportan sus gotas de comicidad.

Sin duda lo mejor de la película es la presencia de Barbara Stanwick, maravillosa actriz que afrontaba aquí un papel complicado con sólo 23 años, y al que se entrega en cuerpo y alma, desarrollando su personaje desde la frivolidad de la chica que viven alegremente de fiesta en fiesta, a mujer sometida a un amor imposible, y finalmente a la resignación y amargura de quien creía que podía aspirar a una vida que no le corresponde por la presión social.

Rebosante de talento y carisma, la inolvidable intérprete de “Double indemnity” se impone sobradamente a su compañero de reparto, que en ocasiones resulta casi amateur a su lado, y lleva claramente el peso sobre sus hombros resultando en algunos momentos un torrente emocional admirable.

Ambos iconos irían puliendo sus virtudes de manera magistral, la actriz se convertiría en un mito del cine tras trabajar con alguno de los más reputados directores como Billy Wilder, Howard Hawks o, Fritz Lang, y Capra afinaría su sensibilidad en una serie de obras maestras de comedias humanistas que forman uno de los mejores legados del séptimo arte.