La cotidianidad es la mayor apuesta... y de ella sale triunfante, Clara Roquet, su directora. La primera media hora se ofrece talentosa, al presentar a los personajes, permitiendo que "hablen" de lo que en ellos habita. Muestra la dimensión de los miembros de una familia, generosa y a la vez mezquina, que veranea, al tiempo que interactúa con la matriarca, que padece un avanzado alzheimer.

Libertad es el nombre de la hija de Rosana la cuidadora; la relación que la une a Nora, una de las nietas, también adolescente, no es tan intensa como la describen, ni la influencia de Libertad resulta inquietante.

A medida que avanza, el guión se complementa con acontecimientos añadidos que tampoco enriquecen la historia, alargando una trama para que alcance la duración convencional.

Me gustaron mucho tanto el planteamiento como el nudo, pero el desenlace me pareció exiguo. La recomiendo, porque es entretenida y aporta elementos que, aún resutando poco novedosos están tratados con una sutil delicadeza.