Pikacho es un auténtico machirulo. No era necesario. Teníais unos muñecos monos, una infinidad de historias que contar con ellos y el foco mediático que aporta una de una de las mayores y más taquilleras series de dibujos de la Historia, ¿Y qué hacéis con ello? Un pikachu machirulo, al que sólo le falta sacársela fuera para poner la guinda a una película de mierda. Vosotros parece que no lo sepáis pero no a toda la gente que nos gusta Pokemon nos vale con ponerle la mierda de gorra del Inspector Villarejo a Pikacho y concatenar una hora y media de escenas de acción insulsa con conversatorios absurdos sobre convencionalismos sociales americanos como la importancia de la familia normativa, o lo bueno que es tener amigos, ya sean estos pokemones o personas. Es que ni entendí la historia os lo juro. Son como escenas de saltos, choques y peleas pegadas entre si con celofan y, de vez en cuando, el detective pikacho AKA Hermann Tersch un sábado noche soltando una frase que bien podría ser de Fiti el de Los Serrano. Qué asco me dais. Los que habéis hecho esta película os merecéis un alcalde como Almeida, nosotras las fans de Pikacho no, pero vosotros sí.