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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
Serie de TV. Terror Miniserie de TV (2017). 6 episodios. Margot Sleator (Amy Forsyth) visita la Casa Sin-Fin, una enigmática casa de los horrores que consiste en una serie de habitaciones que van rotando. Todo parece normal hasta que al salir de la casa se da cuenta de que su mundo es diferente... Adaptación para TV del "creepypasta" de Brian Russell.
7 de junio de 2020
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La segunda entrega de “Channel Zero” adapta el “Creepypasta” homónimo firmado por Brian Russell y está considerada la mejor de las cuatro, cosa que todavía no me atrevo a juzgar, toda vez que no he visto la tercera ni la cuarta.
Sí me reafirmo en que la originalidad no se cuenta entre sus mayores virtudes, lo cual tampoco extraña en exceso, habida cuenta del origen “fandom” —por ende, plagado de referencias inmediatas y bastante obvias— de sus tramas: si en “Candle Cove” la impronta de Stephen King era pública y notoria, los primeros episodios de esta “La casa sin fin” remiten con fuerza a “Black Mirror” (ídem, 2011-Actualidad). A partir del tercero —en rigor, desde el sórdido cierre del segundo—, la historia se adentra en turbadores predios cronembergianos, bizarra mezcla de surrealismo y truculencia que insufla nuevos bríos a una serie que empezaba a dar muestras de agotamiento estético. Efectivamente, es en este último aspecto donde destaca sobremanera “La casa sin fin”, engalanada con un ramillete de estampas de turbadora hermosura, con ese microcosmos donde lo onírico se torna pesadillesco sin solución de continuidad en la misma medida en que la perfecta geometría de sus calles no conduce sino a los abismos de la locura, o del olvido, difícil discernir cuál es peor.
Tal como sucedía en “Candle Cove”, los responsables de “La casa sin fin” no acaban de hilvanar un desenlace plenamente satisfactorio, culpa de ciertas incoherencias relacionadas con súbitos —y un tanto inexplicables— cambios de parecer por parte de algunos personajes y que cabría achacar al material literario que pone en imágenes, siempre hablando desde el prejuicio de quien no lo ha leído: junto al de la consabida falta de originalidad, el amateurismo —o su pretensión— conlleva un riesgo de torpeza narrativa puesto especialmente de manifiesto en el tramo final, por lo general el más difícil de ejecutar, en tanto en cuanto exige no dejar ningún cabo suelto y, a la vez, hacerlo de manera congruente y sin caer ni en la premiosidad ni en la premura. Una ecuación, bien se ve, harto compleja, cuya solución se encuentra al alcance de muy pocos, incluso para quienes se ganan la vida contando historias; conque, en fin, como reza el dicho, “no se le pueden pedir peras al olmo”.
Carorpar
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