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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
Drama Stefan es un estudiante alemán que llega en auto-stop a París, donde conoce a Estelle, una chica norteamericana de la que acaba enamorándose. Un buen día, Estelle deja París y Stefan la sigue hasta la isla de Ibiza, donde descubre que está relacionada con un individuo que parece dirigir su vida. Ambos se verán pronto inmersos en el mundo de la droga. (FILMAFFINITY)
27 de agosto de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante opera prima del reputado Barbet Schroeder —“Barfly” (El borracho, 1987), o la más reciente (aunque ya no tanto, la verdad; y es que el tiempo vuela que es una barbaridad) “Murder by Numbers” (Asesinato… 1-2-3, 2002).
“More” empieza como un retrato bastante desenfadado de la resaca del 68 a través de los ojos, ciertamente deslumbrados, de un estudiante alemán recién llegado al “estimulante” —las comillas no son caprichosas en este caso— París de la época. Sin embargo, no tarda en adentrarse en los recovecos más oscuros del consumo de estupefacientes. “Terra incognita” por entonces, la heroína constituiría su corolario cruel, pues el escaso conocimiento de sus efectos causó estragos entre una juventud desprevenida.
Preside la película un enfoque muy valiente en un momento en que las drogas —llamémoslas— “duras” no habían sido aún, ni mucho menos, exiliadas al extrarradio y la marginalidad. Gozaban, de hecho, de un prestigio —intelectual incluso— que hoy resulta difícil de entender. De ahí el valor añadido que la visión crítica de Schroeder —28 años a la sazón, no lo olvidemos— aporta a esta cinta.
Por otra parte, no cabe duda de que, como tantas de sus coetáneas, “More” no ha envejecido con toda la dignidad que hubiera sido deseable. Porque el guion no es un prodigio de coherencia, precisamente —ese antiguo jerarca nazi en posesión de centenares de papelinas es un demiurgo de barraca de feria—. Y porque las prestaciones interpretativas de sus apolíneos protagonistas —abundan, por cierto, los desnudos desde todos los ángulos imaginables— resultan, cuando menos, discutibles.
No obstante, la preciosa fotografía de Néstor Almendros y el sobrecogedor “score” a cargo de Pink Floyd —casi nada— no hacen sino revalorizarse con los años. Para serles sinceros, son estos dos últimos datos los que me han animado a ver “More” cuando, zapeando en la habitación de un hotel marsellés, he topado con sus títulos de crédito iniciales. Me alegro de haberlo hecho.
Carorpar
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