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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
8
Drama Versión libre, de carácter gótico, del popular cuento de los hermanos Grimm, que ha sido ambientada en España durante los años 20. Blancanieves es Carmen, una bella joven con una infancia atormentada por su terrible madrastra Encarna. Huyendo de su pasado, Carmen emprenderá un apasionante viaje acompañada por sus nuevos amigos: una troupe de Enanos Toreros. (FILMAFFINITY)
11 de enero de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada más lejos de mi ánimo que recrearme en lo obvio —blanco y negro, muda. Vale—. Pero conviene insistir en que la de Pablo Berger, responsable de esta insólita versión del celebérrimo cuento, era una apuesta muy valiente. Si bien es cierto que surgida a rebufo del éxito inopinado que cosechara “The Artist” (ídem, 2011), no lo es menos que “Blancanieves”, a mi juicio, la supera.
Estamos ante una película decididamente referencial, tanto que no resulta fácil de definir, más allá de incurrir en el vacuo Perogrullo que señalaba al comienzo de la reseña. A riesgo de tirarme de cabeza sin taparme la nariz, diría que se trata de una tragedia lorquiana, plasmada con una estética que transita del terror gótico al expresionismo. A ello se añade, por si les parece poco, una fuerte impronta de la imaginería de Julio Romero de Torres en la representación de los personajes femeninos. Además, todo el tercio último de la historia, y en especial su desenlace, supone un homenaje indisimulado a la icónica “Freaks” (La parada de los monstruos, 1932). Tan sugerente mezcla viene salpimentada por varios guiños a las parafilias y el surrealismo buñuelianos y alguna que otra explosión de humor negro, esa proverbial mala baba que caracteriza a la idiosincrasia patria.
Dicho en muchas menos palabras y con bastante más humildad, “Blancanieves” es una obra inclasificable presidida por la turbadora belleza de una galería de imágenes simplemente inolvidables. Porque, en efecto, la fotografía y el montaje —aunque más que de montaje cabría hablar de minuciosa labor de orfebrería— son un prodigio.
En fin, una película imprescindible. Por mucho que uno se resista a reconocer las bondades de productos inflamados de pretensiones como, qué duda cabe, éste que nos ocupa. No obstante, y sin que sirva de precedente, benditas pretensiones.
Carorpar
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