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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
7
Drama. Terror En una isla viven los Borg: Johan, que es pintor, y su mujer Alma. Sus vecinos, los siniestros Von Merken, poseen un círculo de amistades tan escalofriante que Johan comienza a obsesionarse con la idea de que los demonios lo acechan... (FILMAFFINITY)
23 de febrero de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando uno se enfrenta a cualquier obra de Ingmar Bergman, sin necesidad de ser un experto en la materia puede suponer que no se va a tratar de un visionado precisamente fácil, de una película entretenida, como vulgarmente se dice. Y si tiene ya una ligera idea de con quien se está jugando los cuartos, sabrá a qué atenerse: existencialismo psicoanalítico de ardua digestión servido en imágenes caracterizadas por un despojamiento luterano, en especial esos primeros planos sobre fondo neutro que enlazan directamente con Carl Theodor Dreyer, venerado profeta del cine nórdico.
Ahora bien, con lo que no contaba en absoluto era con topar con tamaño delirio malsano. A priori cinta de terror —insisto, con todas las precauciones a que invita su director— y, por ende, previsiblemente más asequible de lo habitual, menos “subjuntiva” —tomo prestado el término, impagable, a mi padre, cinéfilo de mucha solera—, Bergman nos sumerge —nos mete la cabeza hasta el fondo y la fuerza, en ahogamiento nada fingido— en un laberinto dantesco, el de la mente desquiciada de un insomne Max von Sydow, el origen de cuyos males podría aventurarse en las eternas "noches blancas", tan hermosas como insufribles, del verano boreal.
“La hora del lobo” es un film extraño y sumamente perturbador donde se entretejen los mencionados motivos típicamente bergmanianos, una fotografía de raíz netamente expresionista a cargo de un Sven Nyqvist que se aleja aquí de su característico naturalismo, y un surrealismo sádico que atesora en las perfidias aristocráticas evidentes ecos de Luís Buñuel. En fin, la aportación del reputadísimo cineasta sueco al subgénero supone una vuelta de tuerca freudiana y sobrecogedora en tanto vivisección del alma humana y sus repliegues más tenebrosos, celebración de sus dos polos magnéticos, Eros y Tánatos, un aquelarre siniestro.
Carorpar
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