Mágica por la fantástica propuesta: Una pulga asquerosa alcanza dos metros de altura tras una catarsis química. Sorprendente porque su apariencia monstruosa no se corresponde con la bondad de su carácter, ni con su prodigiosa voz, ni con su talento para el baile o la música. Nos enfrenta a nuestros prejuicios.

Sorprendente por el mimo empleado para la expresión facial y gestual de la cantante protagonista que, prestando atención, se puede disfrutar como pocas veces con un personaje de animación. Sus movimientos al compás de la música muestran una auténtica filigrana que se disfruta a rabiar.

Sorprendente por los escenarios de las calles del viejo París, con un diseño muy cuidadoso, en colores pálidos, de acuarela y con un estilo propio que no reproduce los ya vistos en otras ocasiones. Se disfrutan un montón, más aún si estamos viendo una grabación que podamos detener para recrearnos en su contemplación.

Graciosa por el cuidadoso diseño de los vehículos que aparecen en las diversas escenas, llenos de detalles.

Es un trabajo lleno de estilo que mima la animación de sus personajes y que, aún no siendo niño, se puede apreciar con gran deleite. Respecto a la historia sobre la que gira esta maravilla, pues bien, algo había que contar para darle soporte y contener los chistes, criticar su sencillez no sería justo, más aún cuando su público objetivo goza de una inocencia que otros ya perdimos. Fantástica.