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Voto de Abril Expósito:
8
Drama El futuro del último pub que queda, The Old Oak, en un pueblo del noreste de Inglaterra, donde la gente está abandonando la tierra a medida que se cierran las minas. Las casas son baratas y están disponibles, por lo que es un lugar ideal para los refugiados sirios. (FILMAFFINITY)
22 de noviembre de 2023
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy he vuelto a ver las casas de Billy Elliot y las de Belfast y por tanto ha sido un lugar conocido para mí. Sin que corriera el metraje ya sabía qué tipo de personas vivían en su interior, como vestían y que los hombres estarían todos en el pub. Y así ha sido. La última película de Ken Loach, El viejo roble, está rodada en el condado de Durhan, una de esas poblaciones mineras del noroeste de Inglaterra, en dónde la gente vive en casas unifamiliares de ladrillo, unas pegadas a las otras, dónde en la parte de atrás tienen un pequeño jardín dónde hacen barbacoas y cuelgan la ropa a secar. Estas poblaciones mineras que fueron terminando su actividad en la era Tacher, se encuentran ahora muy abandonadas y con una crisis económica elevada. Al principio de la película un grupo de refugiados sirios llega al lugar para ser alojados en algunas de estas casas abandonadas.

El tono de la película tiene ese gris del carbón. La primera reacción de la población es por supuesto ponerse en contra de los sirios, apodándolos ya, en su ignorancia de “moros”. Pero en momentos de penuria económica, el hecho de que vengan unos extranjeros que gozan de unos privilegios que uno no tiene, es ya motivo de conflictos provocados por la envidia y la desesperación de ser más a repartir y se manifiesta en forma de racismo. Es el gran recurso de cierta tendencia política; echarle la culpa de la crisis a las minorías, o los refugiados o grupos sociales que consiguen ventajas sociales. En esta conmoción, el centro neurálgico será el Pub, lugar de culto de la “vieja gloria” y dónde se reúnen sus paisanos para terminar un día poco afortunado y dónde poder quejarse con una pinta en la mano. Pero el dueño de este pub, TJ Ballantyne (Dave Turner) un hombre solitario, con un pasado que le pesa, se dedica a intentar hacer el bien en compañía de otra mujer del pueblo, Laura y recogen productos de primera necesidad y muebles para los emigrantes que han llegado. Una de las jóvenes sirias, Yara (Ebla Mari), que retrata su realidad social para escapar de ella, entabla una amistad con el dueño del bar, que desde el principio trata de ayudarla. El intercambio cultural entre ambos está servido y veremos como un pequeño slogan de la vida de la madre de TJ en la época de las huelgas mineras y por tanto también de pobreza económica regirá este momento “el pueblo que come junto permanece junto”.
Esta es la película que marca la retirada de Ken Loach del cine, a sus 86 años. No soy una fan de su cine, pero ésta película me ha encantado. Me ha mantenido al borde la lágrima al retratar la crueldad humana con el ser humano y me ha llenado de luz con esas personas que luchan por hacer el bien. Por supuesto escojo estar en el lado de la gente optimista que da oportunidad a las personas sin importar de dónde son, en qué creen y cómo viven su vida. “Somos iguales y tenemos los mismos problemas”.
Abril Expósito
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