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San Marino San Marino · Ladera del Monte Titano
Voto de Fej Delvahe:
9
Drama Suecia, siglo XIV. Como cada verano, una doncella debe hacer la ofrenda de las velas en el altar de la Virgen. El rey Töre envía a su hija Karin en compañía de Ingrid, una muchacha que odia a Karin en secreto. Antes de cruzar el bosque, Ingrid se detiene y abandona a la princesa, pero la muchacha prosigue su camino y se encuentra con unos pastores, aparentemente afables, que la invitan a compartir su comida. (FILMAFFINITY)
30 de julio de 2007
38 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de escuchar por un noticiario la muerte de Ingmar Bergman, allá en la isla pequeña donde vivía en la costa de Suecia. Ante todo lo he sentido porque fue un hombre que reflejó muy bien en los personajes de sus obras, la angustia, las dudas, la fe, el sentido y el sin-sentido de la vida humana.

Otro magistral humano que se pasa al otro lado, lo cual me hace pensar que cada vez tengo más gente a la que admiro y con la que hablo del otro lado y me hallo más solo y apenas con quien hablar en esta parte. He querido, como homenaje hacia Ingmar, ver "El manantial de la doncella", película que tenía ahí reservada en video desde hace tiempo pero no había encontrado ocasión para ponerme a verla. Hoy al fin lo hice, y de nuevo me ha sobrecogido el corazón y la mente: genial película, una de esas obras de filmografía a las que se le dio el Oscar muy bien dado. Sobre todo hay una parte que para mí es de gran calado, en concreto cuando el jefe de familia hace lo que un hombre tiene que hacer, independientemente de que no sea "políticamente correcto" y surgan en su contra los mediocres que claman por la observancia de la ley cuando se trata de acusar a otros y se la saltan cada vez que pueden cuando le va en ello sus propios intereses.

El personaje de Max von Sydow, representa al hombre que, llegado un momento crucial y terrible en su vida, no se anda con medias tintas ni rogando a otros que le hagan justicia a base de enmarañarse en vericuetos legales; este hombre equilibrado y sereno, en un momento dado se desentiende de la ley, sobre todo de su ley moral y religiosa, y se dispone a hacer lo que tiene que hacer un hombre bravo: tomarse la justicia por su mano (¿para qué tanto ponerla en manos ajenas, de burócratas, de chupatintas y funcionarios judiciales a los que tu asunto les importa un bledo?); luego, después de hacer lo que le correspondía, se arrodilla y pide perdón a Dios, que es el único que en todo caso deberá comprender su determinación y hombría.

Excelente visión de la naturaleza humana, cruda y temperamental, lo cual es un soplo de aire sano y fresco en medio de tanta basura de leguleyos, militantes de partidos políticos y apuntados al paro o aspirando a "ser esclavos del Euribor" en lugar de aspirar a "revolcarse en juegos de amor", "nadar" o "darle la vuelta al mundo a ritmo de caminante gozoso".

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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