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Voto de javi_neo:
10
8,1
137.632
Ciencia ficción. Acción
Noviembre de 2019. A principios del siglo XXI, la poderosa Tyrell Corporation creó, gracias a los avances de la ingeniería genética, un robot llamado Nexus 6, un ser virtualmente idéntico al hombre pero superior a él en fuerza y agilidad, al que se dio el nombre de Replicante. Estos robots trabajaban como esclavos en las colonias exteriores de la Tierra. Después de la sangrienta rebelión de un equipo de Nexus-6, los Replicantes fueron ... [+]
10 de noviembre de 2007
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Blade Runner trata sobre los temas que han venido atormentando al hombre desde el inicio de los tiempos: la memoria, la identidad, el tempus fugit y, sobre todo, la conciencia de la mortalidad, la conciencia humana de nuestra propia caducidad, el miedo a la muerte. Ése es el eterno sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos, "la vida de la muerte" de Don Miguel de Unamuno.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Precisamente uno de los aspectos más atractivos del film radica en la humanidad demasiado humana de los seres artificiales; esa paradoja fundamental que nos hace llegar a la conclusión de que «lo artificialmente producido –los replicantes Nexus 6– es precisamente nuestro vínculo más directo e irremediable con lo natural: la conciencia de la propia finitud» (Fernando Savater).
Ridley Scott, alejándose de la novela, consigue que el espectador simpatice con los replicantes, esos criminales carentes de identidad propia, dotados de falsos recuerdos, desprovistos de pasado y futuro ya que su fecha de caducidad es de tan solo 4 años. Pero no solo es el trasfondo dramático de la “existencia” del replicante lo que hace que nos sintamos claramente identificados con el modelo Nexus 6, además, la logradísima ambientación que impregna todo el metraje coadyuva a que ello sea así. Scott nos presenta un futuro opresivo, un 2019 muy próximo, caótico, en el que la ciudad de Los Ángeles es el reflejo de un inframundo cuyo sólo planteamiento como hipótesis resulta insoportable. Un futuro descrito así precisamente con la retorcida intención de destruir las utopías de nuestro presente. Blade Runner es una visión perversa del porvenir que, si bien no es nueva en el mundo de la literatura (“1984” de George Orwell, entre otros) sí es su manifestación más contundente vista hasta la fecha en celuloide (Alfonso Cuarón se marcó un tanto con su adaptación de la novela de P. D. James “Hijos de los hombres” volviendo a presentarnos otro futuro desalentador).
Los Ángeles caótica y nocturna, con su lluvia ácida, devastada por la superpoblación, su estética punk, las influencias orientales y las connotaciones filonazis de la Tyrell Corp. (el propio Tyrell parece un agente de la Gestapo, las proporciones ciclópeas de la pirámide Tyrell, la ropa de Rachael –bella e inquietante Sean Young–, etc), por no hablar de la estética cien por cien aria de Roy Batty (Rutger Hauer).
No hace falta apuntar algo obvio: la unanimidad por parte de crítica y público en situar la versión de 1982 muy por encima de la Director’s cut de 1992, principalmente por el final, pero también por la incomprensible eliminación de la voz en off.
Ya para acabar, no deja de ser anecdótico el hecho de que Blade Runner recibiera durísimas críticas en su día por parte de cinéfilos y frikis, ya que es innegable que la obra maestra de Ridley Scott es hoy un film de culto, referente inevitable en el género dela ciencia-ficción y, seguramente, la película que más tempranamente recibió el calificativo de «todo un clásico».
Ridley Scott, alejándose de la novela, consigue que el espectador simpatice con los replicantes, esos criminales carentes de identidad propia, dotados de falsos recuerdos, desprovistos de pasado y futuro ya que su fecha de caducidad es de tan solo 4 años. Pero no solo es el trasfondo dramático de la “existencia” del replicante lo que hace que nos sintamos claramente identificados con el modelo Nexus 6, además, la logradísima ambientación que impregna todo el metraje coadyuva a que ello sea así. Scott nos presenta un futuro opresivo, un 2019 muy próximo, caótico, en el que la ciudad de Los Ángeles es el reflejo de un inframundo cuyo sólo planteamiento como hipótesis resulta insoportable. Un futuro descrito así precisamente con la retorcida intención de destruir las utopías de nuestro presente. Blade Runner es una visión perversa del porvenir que, si bien no es nueva en el mundo de la literatura (“1984” de George Orwell, entre otros) sí es su manifestación más contundente vista hasta la fecha en celuloide (Alfonso Cuarón se marcó un tanto con su adaptación de la novela de P. D. James “Hijos de los hombres” volviendo a presentarnos otro futuro desalentador).
Los Ángeles caótica y nocturna, con su lluvia ácida, devastada por la superpoblación, su estética punk, las influencias orientales y las connotaciones filonazis de la Tyrell Corp. (el propio Tyrell parece un agente de la Gestapo, las proporciones ciclópeas de la pirámide Tyrell, la ropa de Rachael –bella e inquietante Sean Young–, etc), por no hablar de la estética cien por cien aria de Roy Batty (Rutger Hauer).
No hace falta apuntar algo obvio: la unanimidad por parte de crítica y público en situar la versión de 1982 muy por encima de la Director’s cut de 1992, principalmente por el final, pero también por la incomprensible eliminación de la voz en off.
Ya para acabar, no deja de ser anecdótico el hecho de que Blade Runner recibiera durísimas críticas en su día por parte de cinéfilos y frikis, ya que es innegable que la obra maestra de Ridley Scott es hoy un film de culto, referente inevitable en el género dela ciencia-ficción y, seguramente, la película que más tempranamente recibió el calificativo de «todo un clásico».