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Voto de Elestel:
8
6,2
27.719
Fantástico. Aventuras. Drama
Adaptación de un cuento para niños de Maurice Sendak. Cuando Max, un niño desobediente, es enviado a la cama sin cenar, se zambulle en un mundo imaginario creado por él y que está poblado por feroces criaturas que le obedecen ciegamente. (FILMAFFINITY)
30 de agosto de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas tremendamente filosóficas y psicológicas, en las que cada detalle cuenta, que nos ponen en situación y nos hacen pensar. Ahí tenemos a Matrix, ese mundo tan fascinante, hasta que llega el típico consumidor de imagen y efectos especiales y únicamente se acordará de los tiros y peleas que hay en ella.
En ésta película, no hay tiros, ni escenas de terror monstruoso ni esos manidos efectos especiales. Hay un niño. Y se narra lo que vive. Lo que siente. Lo que atisba desde lejos, lo que ve a los mayores. Y cosas simples que ocultan una enorme profundidad. Para el "consumidor", esto le provocará bostezos y más bostezos, aunque puede que la recuerde por esos detalles técnicos (maravillosos, eso sí) que son la música, la fotografía y el diseño de peluches grandes. (Eso sí, pa variar, pésimo doblaje).
Pero como te hayas sentido alguna vez o te identifiques con el niño o alguno de los monstruos, estás atrapado. El miedo de la soledad, el rechazo, la injusticia. El creer que podemos hacer las cosas bien y traemos más problemas. La incomprensión. Y todo ese conjunto de emociones de cada uno de ellos (juntos y por separado), y en los que aterriza el niño. Imágenes y metáforas. Y que al final, ni siquiera necesitan las palabras.
Pero da igual, se supone que la gente va al cine a divertirse, a correr como locos, a la animalada limpia de guerras, patadas voladoras, saltos y tiros increíbles, a los "te quiero" cada vez más vacíos de vampiros de purpurina que nunca pierden la sonrisa de su perfecta dentadura... ¿verdad?
En ésta película, no hay tiros, ni escenas de terror monstruoso ni esos manidos efectos especiales. Hay un niño. Y se narra lo que vive. Lo que siente. Lo que atisba desde lejos, lo que ve a los mayores. Y cosas simples que ocultan una enorme profundidad. Para el "consumidor", esto le provocará bostezos y más bostezos, aunque puede que la recuerde por esos detalles técnicos (maravillosos, eso sí) que son la música, la fotografía y el diseño de peluches grandes. (Eso sí, pa variar, pésimo doblaje).
Pero como te hayas sentido alguna vez o te identifiques con el niño o alguno de los monstruos, estás atrapado. El miedo de la soledad, el rechazo, la injusticia. El creer que podemos hacer las cosas bien y traemos más problemas. La incomprensión. Y todo ese conjunto de emociones de cada uno de ellos (juntos y por separado), y en los que aterriza el niño. Imágenes y metáforas. Y que al final, ni siquiera necesitan las palabras.
Pero da igual, se supone que la gente va al cine a divertirse, a correr como locos, a la animalada limpia de guerras, patadas voladoras, saltos y tiros increíbles, a los "te quiero" cada vez más vacíos de vampiros de purpurina que nunca pierden la sonrisa de su perfecta dentadura... ¿verdad?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Cada detalle es un compromiso... el desierto, las figuras de la maqueta, las flores en el fuerte, el espacio pequeño en que queremos refugiarnos y escondernos (o esconder cosas) a los demás, el creer que algo es perfecto y real como entender lo que dicen los búhos, poder construir cosas juntos en mucho tiempo y esfuerzo y que se vengan abajo en un momento por el egoísmo de uno, el saber que el compañero es igual y diferente al mismo tiempo, las cosas que provocan los problemas y enfados entre los monstruos y sus relaciones... y espectacular Max, que refleja las cosas que vive en ese mundo imaginario, desde su "salvajidad" a sus más profundos miedos. Cuando los humanos nos volvemos monstruos, y los monstruos, humanos.