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Voto de reporter:
7
5,2
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Ciencia ficción. Drama
Hace seis años se descubrió vida extraterrestre en el Sistema Solar. Sin embargo, la sonda de la NASA que regresaba con las muestras se estrelló en México y la mitad del país se ha convertido en una zona "infectada", una vasta zona en cuarentena que está poblada por gigantescas criaturas y vigilada por aire por los militares de Estados Unidos y México. El reportero fotográfico Andrew Kaulder (Scoot McNairy) se encuentra en San José ... [+]
20 de enero de 2011
28 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué tienen en común 'El bosque' de M. Night Shyamalan y 'South Park: Más grande, más largo y sin cortes', de Trey Parker y Matt Stone? Ambos eran casos en los que existía una altísima probabilidad de que el público abandonara la sala de cine con la sensación de que le habían tomado el pelo. Con la primera porque se nos la vendió como una cinta de terror al uso; con la segunda porque muchos padres decidieron llevar a sus hijos a ver ''otra de dibujos animados''. Pobres ilusos. Cabría incluir la ópera prima de Gareth Edwards en este grupo de filmes condenados a ser incomprendidos... por el eterno problema que surge al intentar conciliar las expectativas con lo que finalmente se ve en pantalla.
Al ver los primeros avances, era muy fácil asociar la propuesta a otras de tanta repercusión como 'Monstruoso' o 'District 9'. Esto es, un proyecto típico de la era YouTube, en el que el director, como ya sucediera con Matt Reeves o Neil Blomkamp, se implica al máximo (Edwards realiza, escribe y se encarga de los efectos especiales) y cuyo bajo presupuesto (comparándolo con el de las súper-producciones hollywoodienses, claro está) no supone un impedimento para la espectacularidad. Los ''monstruos'' la tienen, pero antes de que lleguen a nuestras salas de cine, es obligación de los que los hemos visto, de advertir a todos aquellos deseosos de hincarles el diente que no esperen de ellos la típica cinta de criaturas horripilantes persiguiendo a los sufridos protagonistas, sin darles un segundo de tregua.
Bien es cierto que tenemos a una parejita de jóvenes que tendrá que andar con pies de plomo a la hora de cruzar el norte de México para llegar a los Estados Unidos, pues dicha zona está en cuarentena desde hace más de un lustro, al estar ésta invadida por engendros gigantes de alargadísimos tentáculos provenientes del espacio exterior. Bien es cierto que la primera escena, que por la estructura narrativa del relato debería tenerse muy en cuenta, y que nos recuerda ligeramente al 'Redacted' de Brian De Palma, puede sugerir que vamos a empaparnos de acción. Pero no es así. ¿Es esto malo? Sí, por el factor ''decepción'' (decepción que, repetimos, no debe achacarse a la película, sino más bien a las expectativas que o bien se haya creado nuestra mente, en el fondo sedienta de blockbusters, o bien nos haya inculcado algún genio del marketing), pero una vez superado este pequeño chasco, es de justicia apreciar el encanto -que lo tiene- de esta a la postre singularísima obra.
Ahí está el ritmo pausado y contemplativo del viaje, una banda sonora hipnótica, una fotografía impecable firmada por -sorpresa- el propio Gareth Edwards (excelente el trato de la luz y de los tonos violeta y anaranjados del crepúsculo y el amanecer), unos efectos visuales sabiamente empleados, y sobre todo, la relación entre los dos protagonistas, que gozan de una profundidad que pocos podían prever antes de que empezara la proyección. Que nadie espere un giro radical en los eventos.
Al ver los primeros avances, era muy fácil asociar la propuesta a otras de tanta repercusión como 'Monstruoso' o 'District 9'. Esto es, un proyecto típico de la era YouTube, en el que el director, como ya sucediera con Matt Reeves o Neil Blomkamp, se implica al máximo (Edwards realiza, escribe y se encarga de los efectos especiales) y cuyo bajo presupuesto (comparándolo con el de las súper-producciones hollywoodienses, claro está) no supone un impedimento para la espectacularidad. Los ''monstruos'' la tienen, pero antes de que lleguen a nuestras salas de cine, es obligación de los que los hemos visto, de advertir a todos aquellos deseosos de hincarles el diente que no esperen de ellos la típica cinta de criaturas horripilantes persiguiendo a los sufridos protagonistas, sin darles un segundo de tregua.
Bien es cierto que tenemos a una parejita de jóvenes que tendrá que andar con pies de plomo a la hora de cruzar el norte de México para llegar a los Estados Unidos, pues dicha zona está en cuarentena desde hace más de un lustro, al estar ésta invadida por engendros gigantes de alargadísimos tentáculos provenientes del espacio exterior. Bien es cierto que la primera escena, que por la estructura narrativa del relato debería tenerse muy en cuenta, y que nos recuerda ligeramente al 'Redacted' de Brian De Palma, puede sugerir que vamos a empaparnos de acción. Pero no es así. ¿Es esto malo? Sí, por el factor ''decepción'' (decepción que, repetimos, no debe achacarse a la película, sino más bien a las expectativas que o bien se haya creado nuestra mente, en el fondo sedienta de blockbusters, o bien nos haya inculcado algún genio del marketing), pero una vez superado este pequeño chasco, es de justicia apreciar el encanto -que lo tiene- de esta a la postre singularísima obra.
Ahí está el ritmo pausado y contemplativo del viaje, una banda sonora hipnótica, una fotografía impecable firmada por -sorpresa- el propio Gareth Edwards (excelente el trato de la luz y de los tonos violeta y anaranjados del crepúsculo y el amanecer), unos efectos visuales sabiamente empleados, y sobre todo, la relación entre los dos protagonistas, que gozan de una profundidad que pocos podían prever antes de que empezara la proyección. Que nadie espere un giro radical en los eventos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Los primeros compases de la película, marcados por el clásico ''chico conoce a chica'', marcarán el camino para el resto de la aventura... y si además tenemos la suerte de encontrarnos con algún calamar gigante, mejor. Una de las claves para entender la esencia de 'Monsters' está en la presencia del actor Scoot McNairy, que aparte de ser un acierto, a veces se traduce en lo que parece ser un gran guiño, ya que su personaje, más que ir a la caza de criaturas espaciales... sigue ''buscando un beso a medianoche'', como ya hiciera en la muy estimable cinta del año 2007 firmada por Alex Holdridge.
Así pues, tenemos ante nosotros un drama romántico en toda regla... con la aparición estelar -y esporádica- de algún ser aterrador. Una película ''con'' monstruos, no ''de'' monstruos. Como la presenta el propio director: ''Más que ser una monster movie para chicas, o una historia de amor para chicos... es una road movie para alienígenas.'' Imposible definir mejor esta exquisita marcianada impregnada de un fuertísimo olor a mumblecore. Este movimiento cinematográfico, que podría ser visto como una de las vertientes más radicales del cine indie americano del s. XXI, ha sido comprendido y adaptado a la perfección por Gareth Edwards, que al fin y al cabo es sin lugar a dudas el mayor descubrimiento que nos ha dado ''Monsters''.
Existiendo la posibilidad de poder explotar la famosa pantalla verde hasta que sacara humo, el cineasta británico prefiere que la cámara esté siempre al lado de los dos enamorados en potencia. Los altibajos que marcarán la evolución de su relación son retratados con naturalidad y desparpajo (muy ilustrativa la charla que mantienen los protagonistas en el templo, en la que se pasa de un segundo a otro del tema más trascendental al más banal)... siendo así esta monopolización amorosa el principal encanto de la historia, y de ninguna manera un lastre para ella. Y quien no acabe de ver clara la viabilidad del experimento, que espere a ver uno de los finales más prodigiosos que se han visto en años, en el que se nota de nuevo la influencia del núcleo duro mumblecorp. Este es con toda seguridad el cine que aplaude gente como el mencionado Alex Holdridge, o los hermanos Duplass.
¿Y los monstruos? Bien, gracias. Se manifestarán en contadísimas ocasiones... pero implícitamente estarán en casi cada fotograma: en las actitudes de la gente que debe convivir con ellos, en un barco colgado de un árbol, en un noticiario que pronostica dónde va a darse el próximo ataque, como si del parte meteorológico se tratara... Las criaturas existen, pero de forma subliminal. Chapeau, Sr. Edwards, a esto se le llama tener agallas. Capear de una forma tan elegante los obstáculos típicos de las producciones low-budget sólo puede hacerlo gente muy inteligente. Es un brillante ejercicio de ciencia-ficción y terror ambiental e intimista, tan raro e intrigante como un perro verde... o como ver un engendro de inspiración lovecraftiana en plena selva mexicana.
Así pues, tenemos ante nosotros un drama romántico en toda regla... con la aparición estelar -y esporádica- de algún ser aterrador. Una película ''con'' monstruos, no ''de'' monstruos. Como la presenta el propio director: ''Más que ser una monster movie para chicas, o una historia de amor para chicos... es una road movie para alienígenas.'' Imposible definir mejor esta exquisita marcianada impregnada de un fuertísimo olor a mumblecore. Este movimiento cinematográfico, que podría ser visto como una de las vertientes más radicales del cine indie americano del s. XXI, ha sido comprendido y adaptado a la perfección por Gareth Edwards, que al fin y al cabo es sin lugar a dudas el mayor descubrimiento que nos ha dado ''Monsters''.
Existiendo la posibilidad de poder explotar la famosa pantalla verde hasta que sacara humo, el cineasta británico prefiere que la cámara esté siempre al lado de los dos enamorados en potencia. Los altibajos que marcarán la evolución de su relación son retratados con naturalidad y desparpajo (muy ilustrativa la charla que mantienen los protagonistas en el templo, en la que se pasa de un segundo a otro del tema más trascendental al más banal)... siendo así esta monopolización amorosa el principal encanto de la historia, y de ninguna manera un lastre para ella. Y quien no acabe de ver clara la viabilidad del experimento, que espere a ver uno de los finales más prodigiosos que se han visto en años, en el que se nota de nuevo la influencia del núcleo duro mumblecorp. Este es con toda seguridad el cine que aplaude gente como el mencionado Alex Holdridge, o los hermanos Duplass.
¿Y los monstruos? Bien, gracias. Se manifestarán en contadísimas ocasiones... pero implícitamente estarán en casi cada fotograma: en las actitudes de la gente que debe convivir con ellos, en un barco colgado de un árbol, en un noticiario que pronostica dónde va a darse el próximo ataque, como si del parte meteorológico se tratara... Las criaturas existen, pero de forma subliminal. Chapeau, Sr. Edwards, a esto se le llama tener agallas. Capear de una forma tan elegante los obstáculos típicos de las producciones low-budget sólo puede hacerlo gente muy inteligente. Es un brillante ejercicio de ciencia-ficción y terror ambiental e intimista, tan raro e intrigante como un perro verde... o como ver un engendro de inspiración lovecraftiana en plena selva mexicana.