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Estados Unidos Estados Unidos · Los Angeles
Voto de Retrovertigo:
9
Comedia Falso documental sobre Leonard Zelig, el hombre camaleón que asombró a la sociedad norteamericana de la 'era del jazz'. Su historia arranca el día que miente al afirmar que ha leído Moby Dick, sólo para no sentirse excluido. Desde entonces, su necesidad de ser aceptado lo lleva a transformarse físicamente en las personas que lo rodean, convirtiéndose así en un fenómeno mediático, en una celebridad sin esencia. Testigo de algunos de los ... [+]
29 de septiembre de 2008
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica y original comedia escrita y dirigida por Woody Allen. Zelig es uno de los filmes menos conocidos del director neoyorquino, pero no por ello deja ser una de sus grandes obras.

Lejos de la típica comedia Alleniana en la que el protagonista es un neurótico intelectual con problemas sentimentales, en Zelig se narra lo que parece ser un hecho histórico real. La película nos cuenta, a modo de falso documental, la vida de Leonard Zelig.

Un narrador comienza describiendo la vida en Estados Unidos durante los años veinte. Una época que siempre ha fascinado a Allen (La rosa púrpura del Cairo, 1985, Balas sobre Broadway, 1987). Es entonces cuando el mundo científico se encuentra ante un hecho realmente asombroso, un hombre corriente, llamado Leonard Zelig (Woody Allen), ha desarrollado la capacidad de imitar cualquier personalidad y hasta de cambiar su aspecto físico, para parecerse lo más posible a los que le rodean.

Aparte de su original argumento, destaca la realización en falso documental. Ésta es una técnica que Woody Allen ya había empleado para narrar la historia del ladrón Virgil Starkwell en el film “Toma el dinero y corre” de 1969, y que con Zelig terminó de perfeccionar.

La receta es bien sencilla. Alternar escenas en blanco y negro de la vida de Zelig, con escenas actuales, en color, de entrevistas a testigos y personajes significativos de la vida del protagonista. Aderezar con una pizca de humor crítico e irónico.

Allen cuidó hasta el más mínimo detalle para obtener un aspecto “pseudoauténtico”; utilizó lentes, cámaras y equipo de sonido de los años veinte para imitar la apariencia de las películas de la época. Incorporó los típicos defectos de una imagen antigua “maltratando”, literalmente, los negativos. A todo esto, añadió montajes fotográficos de Leonard Zelig con personajes históricos y famosos de su época. Más tarde, esta técnica aparecería en películas como “Forrest Gump”, de Robert Zemeckis.

Allen consigue un efecto tan creíble, que si el espectador no conociera a los actores que intervienen en el film, a buen seguro creería todo lo que se dice en él. Una comedia genial.
Retrovertigo
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