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España España · Madrid
Voto de Luth:
9
Drama. Romance En 1958, Stevens (Anthony Hopkins), un perfecto mayordomo, viaja por Inglaterra. Ahora trabaja para un millonario americano (Cristopher Reeve) que es el nuevo propietario de Darlington Hall, mansión que vivió su etapa de mayor esplendor veinte años antes, cuando su dueño, un aristócrata británico, reunía en su casa a los personajes más influyentes de los años 30, una época crucial para el futuro de Europa. Esta circunstancia permitió a ... [+]
17 de diciembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1993 James Ivory nos ofrece The Remains of the Day, Lo que queda del día, una estupenda película de esas que cuentan una historia de verdad interesante.
Ivory no solo cuenta en su filmografía con este título de renombre. Puede presumir de Las bostonianas (también trabaja Christopher Reeve igual que en esta, donde interpreta a Lewis, un destacable hombre de la política estadounidense), Regreso a Howards End, Una habitación con vistas o Sobrevivir a Picasso (también con Anthony Hopkins).

Hopkins y Emma Thompson tienen un papel estelar en una historia de mayordomos y amas de llaves que están inmersos no solo en la intensidad de sus propias y peculiares vidas sino en la privacidad de los asuntos de su señor, el noble Lord Darlington (James Fox), personaje poco recomendable moralmente por su indisimulada atracción hacia el gobierno alemán de la época (nada menos que los nazis).

Anthony Hopkins ofrece una auténtica exhibición de saber estar, de gran actor con su personaje de Stevens, el mayordomo "perfecto" que ve, oye y habla lo justo e imprescindible sin salirse jamás del guion de lo políticamente correcto, la prudencia y la discreción extrema. Tan extrema que su propia vida es un discurrir de profesionalidad absoluta, maneras impecables y flema exquisita. Una vida deshumanizada al haber renunciado a su propia experiencia vital. El amor, los secretos de estado, la complicidad, la amistad, todo lo importante para un ser humano están siempre a expensas del servicio omnipresente como mayordomo. No le va a la zaga Emma Thompson en su papel de ama de llaves, Miss Kenton donde se luce como gran actriz, una vez más. Es vivir pasando de puntillas por la propia vida. El personaje del padre de Stevens, interpretado por un no menos brillante Peter Vaughan, nos anticipa que este comportamiento tan infrecuente, esta especie de "ascetismo vital" viene de herencia.

Ivory ofrece una cuidada y detallada historia de personas poco convencionales en un universo, entendemos que realista, aún menos convencional. La narración, impecable, "penetra" en este mundo del aristócrata y su servicio doméstico, de su noble familia, amigos distinguidos y políticos de primer nivel con unos planos bellísimos del entorno de su lujosa mansión señorial y se "despide" (nos saca a los espectadores) literalmente con un plano en zoom en retroceso, también primoroso. Hemos entrado y salido sigilosamente de un mundo escondido, un mundo que no conocemos.

Y es que todo en Lo que queda del día es hermoso. La puesta en escena, detallada y esmerilada, no se le escapa a un espectador de buen gusto. Una película elegante que trata de gente que vive en un mundo elegante. La policromía de paisajes y el interior de la casa, con sus paredes azul cielo, sus adornos dorados, los cuadros magníficos, la verde mesa de villar, las maderas... está tratada con una excelente fotografía que trabaja maravillosamente la luz de tan lujosa mansión, lámparas, luz natural o velas si procede. Un espectáculo visualmente de primera.

Lo curioso es que siendo Stevens el eje sobre el que se articula la narración, James Ivory no lo convierte en una focalización interna sino en un mero instrumento narrativo que aprovecha su discreción para introducirse en los secretos, algunos inconfesables, de los personajes, los amores "prohibidos", más bien vergonzosos para tan "tímidos" personajes y las confabulaciones mezquinas de politicuchos clasistas, falsarios y crueles. Stevens siente y padece pero es incapaz de expresarlo, no puede usarse su pensamiento, sus ideas, sus opiniones porque es incapaz de exteriorizarlas. El trabajo es el trabajo. Y así se pasa la vida, literalmente.

En resumen, Lo que queda del día es una película de esas que un buen aficionado al Cine debe ver. Está hecha para disfrutar.
Luth
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