Maravillosa película. Alucinante. El gran John Huston ha sabido presentar un film con una fuerte dosis de veneno, una crítica sagaz y profunda hacia lo ridículo de las guerras, de la verdaderas razones por las que se producen ( acopio de riquezas). No pude reprimir una amplia y sana carcajada junto a mi compañera, en el momento que se parodia el enfrentamiento entre los pueblos nativos. La parodia es total y lo que parece algo violento se convierte en algo divertido que produce la hilaridad no exenta de reflexión sobre la estupidez humana. La crítica se hace extensible a la estulticia de los que conquistan un terruño y caen en las garras de la ambición desmedida ( la conquista de más territorios y más acumulación de riquezas). Y además Huston sabe cómo poner en evidencias las absurdas supersticiones sin base racional, una crítica aplicable por supuesto, a las creencias religiosas de los países que consideramos civilizados.
El film además evidencia una de los aspectos que creo es el tema central de la película: la ruptura de unos principios: el hombre que "era rey" rompe el acuerdo con su compañero al pretender casarse con una nativa. Ante esta deslealtad se derrumba todo. Y el hombre ya deja de ser rey por una falta grave: la ruptura de unos principios que establecen dos personas que se constituyen en "empresarios" de sus propios destinos. Una vez se conculca el contrato todo está perdido. Sin embargo, y esto es lo que hace grande a los personajes, los amigos perdonan dicha deslealtad, y esto hace que creamos otra vez en el ser humano, y que pensemos que no todo está perdido aún. Siempre nos quedará La Amistad y El Perdón ( con mayúsculas)ante las debilidades humanas. Siempre quedará la fraternidad ( los protagonistas eran masones); y precisamente, este sentimiento, el de freternidad, tiñe todo el film de un color especial, esperanzador, que lo convierte en una obra maestra.