Algunos interpretan "American Beauty" como una crítica al estilo de vida americano, personalmente prefiero interpretarla como una muestra de lo difícil que resulta escapar de ciertos valores morales y materiales que suelen imponer, aunque sea de forma indirecta, todas las sociedades ya sean la estadounidense o la de Madagascar.

En el mundo occidental se suele valorar el éxito de un individuo por cosas como tener un buen trabajo, un coche de marca, una casa, una pareja e hijos (al menos uno). Y lo que plantea esta película es que todo eso son simples apariencias que no tienen porque dar la felicidad y que, es más, a veces son causa de todo lo contrario. Todo ello aparece en "American Beauty" representado en dos personajes, magníficamente interpretados por Kevin Spacey y Annette Bening, que lo tienen todo para ser felices según las convenciones sociales, pero que están hastiados de sus vidas y por lo tanto buscan nuevas experiencias en algo tan antiguo como las relaciones fuera del matrimonio. Y es que las posibles salidas para sus respectivas frustraciones (la guapa adolescente o el ejecutivo de éxito) no dejan de ser convenciones similares a las citadas con anterioridad.

Quizás los seres humanos hacemos de la felicidad algo tan complicado porque no sabemos disfrutar de las cosas sencillas que nos ofrece cada nuevo día.