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España España · morgadáns
Voto de árbore:
10
Drama Georges y Anne, dos ancianos de ochenta años, son profesores de música clásica jubilados que viven en París. Su hija, que también se dedica a la música, vive en Londres con su marido. Cuando, un día, Anne sufre un infarto que le paraliza un costado, el amor que ha unido a la pareja durante tantos años se verá puesto a prueba. (FILMAFFINITY)
30 de diciembre de 2012
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para hablar de Haneke es inevitable tirar de teoría, en concreto la relativa al ser humano y su incapacidad para ser feliz. Y puede que haya un poco de trampa ahí, ya que hablar de nuestro lado azul resulta infinitamente más fácil que hablar de la huerta y su alegría. Pero dentro de esa facilidad hay niveles, y Haneke se desenvuelve como nadie (¿tal vez Zonca?) en el ecosistema de las emociones afiladas. El ser humano mal aspectado maneja perfectamente el tempo de la desazón, miedo, melancolía, e incluso sabe medir la pegada de la violencia, sea individual o estructural, la acometa o no. En una librería encontrarás un buen puñado de libros que intentarán ayudarte a ser feliz, pero no encontrarás ninguno que te dé pistas para ser infeliz, porque el ser humano tiende al masoquismo, a la autocompasión o al victimismo, y no necesita que nadie le guíe en el abismo ya que venimos de serie con el software instalado.

Que Haneke sea un maestro en el manejo de la violencia y sus caras a mi me lo demuestra siempre por esa puesta en escena tan aséptica, tan esterilizada, podría parecer que la visión inmaculada resta pegada pero siempre provoca el efecto contrario. La bofetada de "Amour" me parece más violenta que el puñetazo en la barriga que Philippe Nahon atiza en "Seul contre tous", a Gaspar Noé le pone el borbotón a Haneke los guantes blancos. Haneke fija el ojo en las aristas, coloca la cámara siempre en el ángulo correcto y resuelve las distancias como nadie, filme palomas o humanos, para ya no meterte en la historia, más bien hacerte cómplice de lo que allí suceda.

Si en “Funny games” uno de los protagonistas se dirigía a la pantalla para hablarte a ti directamente, en “Amour” la cerradura del apartamento en el que se desarrolla la historia está forzada, es decir, hemos forzado una puerta para cotillear la intimidad de una pareja, ya no somos sólo espectadores, somos delincuentes. recurso que también utiliza Jaime Rosales en “Sueño y silencio” cuando Oriol se da la vuelta en el parque tras darse cuenta que eres tú el que le estás siguiendo.

En "Amour" sin embargo, la glaciación emocional desaparece como brújula, dejando paso a una historia de amor crepuscular, tan sencilla como luminosa. ¿Haneke hablando de amor verdadero? pues sí, esta película es una definición muy precisa de ese sentimiento total, de esa expresión vital y afectiva, inmanente en su capacidad de ser con el otro u otra como sucede con la espléndida Emmanuelle Riva. Que resulte dolorosa o retorcida, me lleva a pensar en lo poco que sabemos del amor, la realidad está ahí para el que quiera verla, el que prefiera cerrar los ojos está perdido, que se lo pregunten al papel que interpreta magistralmente Isabelle Huppert. hablemos de cosas serias como dice Jean-Louis Trintignant, hablemos de que si esto es una película dura el ser humano se ha olvidado de sentir. la angustia nace siempre de la desconexión con la realidad, si aceptamos vivir lo desagradable hasta el fondo llegaremos a la verdad.

Para mi es de todo eso de lo que habla “Amour”, por lo tanto estoy a bastantes órbitas de considerarla una película dura, creo que no sabemos ser felices porque entendemos como un problema tener problemas y olvidamos que la existencia misma es felicidad a pesar de los picos en la gráfica de nuestra vida.
árbore
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