El problema de Xavier Dolan aquí y en su anterior entrega "Tom en la granja", que ya reseñé, es el abuso de primeros planos. No es que las actrices no estén a la altura de resistir los embates de la cámara, ellas: Anne Dorval y Suzzanne Clément despliegan un amplio muestrario de expresiones en cada situación. El problema surge de X. Dolan intentando emular la escuela "feliniana" con el resultado de un histrionismo descontrolado.
La historia está bien contada. Salta de un suceso a otro con un hilo argumental más o menos sólido, encontrándonos algunos desniveles en esos ambientes cerrados, asfixiantes que también recreó en "Tom en la granja" sus personajes introspectivos, inadaptados que terminan necesitándose no acaban de convencer cuando te preguntas ¿Qué demonios hace un chico de quince años que no anda con chavales de su edad? ¿Aceptamos que hay que encajar esto en el guion? bien entonces restamos naturalidad. Y en esta línea me pregunto ¿Las Instituciones de salud canadienses montan ese numerito delante de los progenitores? Aunque parezca algo coyuntural, una concesión al guion, alguien incluso podría decir "¡Es que te fijas en cada cosa!" pero es justo en ese momento después de casi dos horas de metraje, después de concesiones al drama en el límite de lo facilón, de la lagrimita sensiblera cuando dices hasta aquí y es que todo esto se veía venir por mucho que lo queramos disfrazar de cine "arty".