Una mujer viuda vive con su único hijo en un pueblo de Corea del Sur, se gana la vida vendiendo hierbas y haciendo acupuntura, durante su jornada de trabajo ve que su hijo con retraso mental es llevado por la policía y acusado injustamente por un crimen que no cometió, entonces empieza la odisea de la madre para demostrar que su hijo no es un asesino.

Bong Joon-ho tiene un sello estético, planos a perfil de los personajes que transmiten mensajes que a simple vista no se podrían notar, es uno de sus filmes más serios pero es inevitable compararla con otra obra suya "Memorias de un asesino", las dos comparten acusados injustamente, asesinos seriales y personajes con retraso mental.

Kim Hye-ja cumple muy bien su papel dando escenas memorables, como al inicio de la película bailando entre el trigo con expresiones tristes y confusas.

No hay buenos tan buenos, ni malos tan malos, secretos oscuros que se revelarán conforme avance la película desencadenarán giros que aumentarán la calidad de la cinta dándole propia voz.

Es inevitable darse un recorrido por el cine sur-coreano.