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España España · barcelona
Voto de avanti:
6
Intriga. Drama Fedora, una famosa actriz, fallece en París atropellada por un tren. En su funeral, un productor de cine recapacita sobre los hechos ocurridos en las dos últimas semanas y se pregunta hasta qué punto podría él haber influido en su muerte. Todo empezó cuando fue a Corfú para verla y descubrió que vivía en una isla privada con una enfermera, una anciana condesa y el cirujano plástico que conseguía mantenerla con una asombrosa apariencia juvenil. (FILMAFFINITY) [+]
6 de agosto de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fedora (Fedora) es una película dirigida por Billy Wilder en 1978, con guión de Billy Wilder y I.A.L. Diamond sobre un relato de Tom Tryon, música de Miklós Rózsa y fotografía de Gerry Fisher. Tras la escena inicial en la que el realizador nos muestra la consumación de la tragedia de Fedora (Marthe Keller), Wilder nos sumerge desde el primer momento en la intriga.

Entre los asistentes al velatorio de la admirada actriz encontramos a Barry Detweiler (William Holden), un viejo conocido de la difunta lamentándose de la situación cuando recuerda los orígenes de su relación con Fedora, que por alguna razón alberga dudas sobre la situación de lo ocurrido recurriendo el realizador al socorrido flashback situándonos en los hechos iniciales convertidos en el origen de las posteriores acciones.

La insistencia, unida a la casualidad consigue el deseado contacto entre Barry y Fedora en una comprometida situación cortada in extremis por Miss Balfour (Frances Sternhagen) y el chofer Kritos (Gottfried John), pero quizá quien más puede hablar sobre el estado real de Fedora sea el cirujano plástico doctor Vando (José Ferrer) al que Barry, de modo sutil, utilizará para hacer llegar hasta Fedora el guión de una nueva versión de Anna Karenina, acción bien resuelta por la inseparable pareja de guionistas Wilder – Diamond.

El extraño momento crece exponencialmente al haber conseguido contactar con la áspera condesa Sobriansky (Hildegard Knef) y sus subordinados: el doctor, la enfermera y el chofer confabulados para controlar hasta la extenuación todos los movimientos de Fedora por algún motivo desconocido que se le escapa a Barry Detweiler, aislándola de todo contacto con alguna excepción en la que podemos ver a un maduro Henry Fonda en una breve aparición como portador de un mensaje.

La presión llega a tal extremo para Fedora que toma una trágica determinación logrando zafarse de sus, al parecer, indolentes vigilantes, momento en el que Wilder convierte el tiempo narrativo en una gran elipsis que enlaza en tiempo real con la primera escena donde proporcionaba los datos de la tragedia que llevó a Fedora a su irreversible acción.

Lo que acontece posteriormente requiere para el realizador una larga explicación de la condesa y su séquito en un cúmulo de aclaraciones cuanto menos asombrosas para Barry Detweiler en la que Billy Wilder sin el menor titubeo emplea en flashbacks un considerable minutaje final explicando, aclarando, justificando hasta la extenuación paso a paso los pormenores de los hechos que derivaron en la tragedia final, reduciendo a la mínima expresión el grado de intriga que hubiera supuesto dejar alguna interrogante a merced de la duda.
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