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España España · Barcelona
Voto de polvidal:
9
6,6
27.511
Animación. Ciencia ficción. Comedia. Terror Película basada en el cortometraje homónimo que el propio Burton realizó en 1984. El experimento científico que lleva a cabo el pequeño Victor para hacer resucitar su adorado perro Sparky, lo obligará a afrontar terribles situaciones cuyas consecuencias son imprevisibles. (FILMAFFINITY)
11 de octubre de 2012
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pasé por alto su denostada versión de El planeta de los simios, más que nada porque la suplió a continuación con una obra maestra, Big fish. Preferí ahorrarme las comparaciones odiosas con La novia cadáver. Su incursión musical en Sweeney Todd me hizo girar la vista hacia otro lado. Me armé de paciencia con Alicia en el país de las maravillas y casi la pierdo con Sombras tenebrosas. Pero la espera ha terminado. Tim Burton, señoras y señores, ha vuelto.

Pueden acudir al cine sin el temor de los últimos tiempos. El creador de Bitelchús, de Eduardo Manostijeras, de Pesadilla antes de Navidad se ha reencontrado por fin consigo mismo, confundido como estaba al cobijo de la factoría Disney. Ha tenido que viajar al pasado y rescatar un viejo corto para redescubrir el talento y la mágica sordidez que cautivó a millones de fans. Los mismos que durante todo este tiempo han ido trampeando como han podido los sucesivos resbalones del artista.

Anoche, unos cuantos centenares de ellos acudían a la premiere de Frankenweenie en el Festival de Sitges con más resignación que ilusión, eso sí, sin perder en ningún momento la esperanza. Pocos directores aglutinan a seguidores acérrimos con semejante perseverancia. Woody Allen es quizá otro buen ejemplo. Y como ocurriera el año pasado con el famoso neoyorquino, anoche los fans de Burton se encontraron con su Midnight in Paris particular. Con el ídolo resurgido.

La historia de este perrito resucitado por fin contiene algo más que un planteamiento original. No se desinfla a medida que avanza el metraje ni descuida en ningún momento los pequeños detalles. Era quizá lo que más echábamos de menos en los últimos proyectos de Burton, que comenzaban cautivando y terminaban en bostezo. El sentido del humor es otra de las virtudes que el director ha sabido reconquistar. Y es que por fin hemos logrado pasar de la media sonrisa a la ansiada carcajada.

El particular imaginario de Burton regresa con fuerza, sobre todo gracias a unos personajes desternillantes que representan a la perfección las obsesiones del artista. La vecina gótica, el profesor ruso de ciencias, el clon de Frankenstein, la alumna rubia de mirada penetrante. Su sola presencia ya despierta la risotada. Si a ellos les sumamos el gato Bigotitos y la perra Perséfone, el llanto está asegurado. Son el tipo de caricatura que sólo el cine de animación puede lograr.

Pero si las situaciones disparatadas de esta versión canina de Frankenstein no son motivo suficiente para disfrutar del filme, también puede encontrársele a la cinta, si uno quiere, lecturas más serias. La película puede ser una reflexión sobre los límites de la ciencia o una dura crítica al amodorramiento social (impagable el discurso del profesor Rzykruski ante la asociación de padres). Pero lo que sin duda supone Frankenweenie es el retorno del Tim Burton más fresco, subversivo y original. La reconciliación del director con un público que sigue negándose a crecer.
polvidal
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