¿Cómo es posible que una simple bolsa consiga llevarnos a terrenos en los que nos ponemos a pensar sobre la existencia humana y su condición en este mundo?

Eso es lo que consigue esta genial película. Nos invita a meditar sobre temas que antes los habríamos considerado “aburridos” o incluso “intratables”.
Creo que estamos ante una película que marca al que la ve. No sólo por las interpretaciones magistrales tanto del gran Kevin Spacey como de la actriz Annette Bening y el joven actor que hacia no mucho había debutado en el cine, Wes Bentley.

Estamos ante algo grande, no creo que se consiga hacer algo semejante en muchos años porque el director de teatro “Sam Mendes” consiguió formar una historia y unos personajes únicos y que reflejaban de forma íntima el estilo de vida americano así como la idiosincrasia de este pueblo.

Creo que hacia muchos años no me encontraba con un personaje como el de Lester Burnham. Un personaje que nos cautiva a medida que pasa la trama y nos deja momentos delirantes y originales, nos enamoramos del personaje principal por su forma de ser y su cambio radical de personalidad. Este posiblemente sea uno de los aspectos a destacar de la trama, el cambio radical que tiene Lester.

Es un personaje que pasa de ser un simple adulto con problemas familiares a ser la persona que todos querríamos ser, una persona que vuelva a sus orígenes, vuelve a las raíces de sus fantasías, vuelve a ser adolescente e intentará cumplir “todos” los deseos que nunca cumplió.

Esta película consiguió atraparme y tal es su genialidad que me apresó con la simple imagen de una bolsa revoloteando en la calle. Simplemente genial.