Y tras tanto oir hablar de ella... al fin la vi.
Es una película muy artificiosa en su manera de estar rodada. Creo que si Aronofsky la hubiera despojado de todo ese aparataje con que la viste, la historia hubiera ganado, nos habríamos podido meter mejor en lo que les ocurre a los personajes. Es como si entre ellos y nosotros se interpusiera un velo de música, ruidos, imágenes, colores... impidiendo que nos podamos acercar lo suficiente. Por un lado eso la hace más espectacular, y puede que atractiva a según qué público. Por otro, también "viste" una película, un guión, quizá mucho más simple de lo que parece.
De lo que no cabe duda es de que, aún con eso, consigue llegar. Transmite nerviosismo, desesperación, placer, dolor. Así que casi se agradece que se vean tan claramente los engranajes, porque de otra forma lo mismo no habría quien soportara las tremendas vivencias que se despliegan ante nuestros ojos.
Las interpretaciones son todo un lujo. Desde los intérpretes principales a los secundarios. Parece que es algo que siempre consigue este director, sin ir más lejos ahí está "El luchador" para comprobarlo, un film bastante más alejado de artificios que este que nos ocupa. Pero lo dicho: cuidado, porque aún siendo "artificiales", estos fuegos también queman.