Minuto 28 de película, el bueno se encuentra desarmado y rodeado en una pequeña habitación sin salida por 6 malos peligrosos con muy mala leche y con sus respectivas armas en mano con la intención de cargárselo.
El bueno los va reduciendo uno a uno a tortazos.
Primero uno: ¿algún disparo?, no, quedan 5, más preocupados en ir a por palomitas que por su integridad física.
Ahora el bueno va a por el segundo: ¿algún disparo?, no, quedan 4.
Vamos a por el tercero: ¿algún disparo?, no, quedan 3.
Y otro más: ¿algún disparo?, no, quedan 2.

Ahora el bueno recibe ayuda del exterior, le facilitan un par de cargadores que le lanzan por un boquete en el techo que comunica con el minúsculo habitáculo, caen al suelo para que el bueno los recoja: ¿algún disparo?, no.

Los malos se quedan mirando la llamativa camisa de flores del bueno, un elemento de distracción puntero y sofisticado de última generación, además si le disparan antes de que pueda recargar su arma podrían acabar con él y no es cuestión, el guión nos ha dejado desde hace medio minuto ya bien claro a todos, incluidos ellos, que no va a palmar en la puñetera vida, o al menos lo que dure esta película.

Se me antoja que ya hay que ser burro para no haber reservado una escena así para los minutos finales y mantenerte enganchado al menos a la peli más rato, igualmente parece que esto les importe bien poco después de lo visto.