En El arte de la prudencia, Baltasar Gracián contrapone a los que no se dan cuenta de la verdad ni de la utilidad, preocupados por contradecir y luchar, frente a los que están de parte de la razón y no de la pasión.

Eso mismo pasa con aquellos que se limitan a criticar Trainspotting 2: Porno. se guían más por el aura nostálgica en vez de equilibrar la balanza entre "cualquier pasado siempre fue mejor" y la renuencia de un presente mustio y prefabricado.

Siendo como es una película que hace de la nostalgia un ejercicio bien entendido y evolucionado de aquello, que de la noche a la mañana se volvió una película de culto, es injusto calificar ésta película de "innecesaria": la cinta ofrece reflexión y profundidad a un plantel de personajes que no daban más de sí y que sin embargo son capaces de captar toda nuestra atención: todos los personajes están bien construidos y atados a su propia lógica del caos.

Trainspotting (1996) amalgamaba todo lo mejor de la cultura alternativa británica, su cancionero popular y toda su mugre se convirtieron en un himno para la generación post-grunge.

Boyle consicente de ello, no se limita a superponer planos caleidoscopicos/psicotrópicos entre el pasado y el presente. T2 ofrece el sinsentido de una fórmula frenética pero que sigue demostrando la maestría del libreto original y de su director.

Actores, situaciones, música y montaje de vértigo.