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Voto de Scott Carey:
6
Drama Año 1977. Stella tiene once años y acaba de ingresar en un instituto de París. Su vida diaria transcurre en el bar que regentan sus padres: un refugio donde los obreros se entregan a la bebida, a las apuestas, al fútbol, y las veladas se alargan hasta el amanecer. Para ella, la vida escolar no es nada fácil, pues los estudios no son su fuerte. Además, las constantes humillaciones a las que se ve sometida por parte de profesores y ... [+]
9 de octubre de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por regla general, las películas que retratan el mundo de la adolescencia acostumbran a mostrar a sus personajes de una forma arquetípica. Los adolescentes aparecen como seres superficiales, con un grado elevado de idiotez y sin más preocupaciones ni intereses que pasarlo lo mejor posible en compañía de sus amigos. Por fortuna, de vez en cuando aparece algún director que se toma en serio este periodo de vida y refleja de manera mucho más verosímil el desconcertante mundo interior que se experimenta al pasar de la infancia a la edad adulta.

Es el caso de Sylvie Verheyde, que nos describe la historia de Stella, en este caso una pre-adolescente, que afronta su existencia ante la indiferencia de sus progenitores y el sentimiento de inferioridad que percibe ante su única amiga, más inteligente y rica que ella.

La película, ambientada de manera creíble en los años setenta, está narrada desde el punto de vista de la niña, omnipresente a lo largo de la cinta. Es pues una mirada limpia, inocente, con momentos de una gran ternura, que se intuye pueden haber sido inspirados en las propias vivencias de la directora. Aunque tampoco podríamos hablar de un film nostálgico. Verheyde no idealiza ese momento vital, sino que lo muestra como una época complicada, insegura, agridulce ... que la protagonista afronta con un alto afán de superación personal.

Quizás se echa en falta algo más de desarrollo en algunas situaciones que plantea la película. Da la impresión que la directora quiere tocar muchos temas y algunos están narrados de forma algo precipitada, en forma de ligeros apuntes. Algo que no impide que nos encontremos ante una de las películas más honestas y conmovedoras que nos ha regalado el cine francés reciente.
Scott Carey
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