Estamos ante una película larga dividida en tres actos, que quiere ser un una adaptación original a la ya más que trillada novela de Bram Stoker. No era necesario. Nos plantan a un Conde simpático, interesado por la cultura y galán enamoradizo. El primer capitulo es el salvable de los tres, se puede ver con soltura y te pide el siguiente, pero los otros dos se hacen lentos hasta la extenuación, y el que diga que hay algo de terror, humor, sangre a borbotes o algo interesante de lo que nos quieren vender, no lo entiendo, aunque el director tiene derecho a filosofar con lo que le pete y largarse un final shakesperiano para dejar a sus adeptos con la sensación orgásmica de haber visionado una miniserie sorprendentemente buena.
Lo mejor los efectos especiales, que en la era digital ya empieza a ser corriente, y que habiendo pasta, y en netflix tiene que haberla, no deberían de fallar.