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España España · Lleida
Voto de Uma:
8
Drama Años 90. Mauricio Aznar, un famoso rockero español recorre Latinoamérica buscando reencontrarse con su vocación dejando atrás el fantasma de la adicción. Allí conoce a Don Carlos, un anciano músico en horas bajas que, a pesar de ser autor de algunas de las canciones más famosas del folclore de su país, apenas consigue pagar sus facturas. Carlos acoge con generosidad al extraño visitante haciendo las veces de maestro Miyagi musical. De ... [+]
26 de febrero de 2024
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que asombra de esta película es los riesgos formales y narrativos que toma su director, en su opera prima. Una película valiente, sin duda, y asombra aún más, que esos riesgos, ese triple mortal con tirabuzón, le salga tan bien, que caiga clavado de pie. Es posiblemente una de las mejores películas españolas de los últimos tiempos, en términos de innovación cinematográfica, en términos de expresividad, y eso es así porque toda esa invención, no es un alarde pretencioso, sino que tiene un sentido y es eficaz para alcanzar la esencia en lo que quiere contar.

La película es una declaración de amor a la música, esa que se hace en cualquier lugar del mundo, esa que congracia a todas las razas y pueblos de la tierra. Dos tipos y dos guitarras, pueden entenderse y llorar de emoción sin decirse nada. Eso se saborea en esta película.

Y es la historia de un músico. Las películas biográficas, se han convertido en un verdadero tostón. Todas iguales, todas intentando afinar para penetrar en el personaje, aunque muchas veces se encuentran con un gran muro: el propio actor que está más endiosado que el personajes; esos directores grandilocuentes; esas capas externas, esas sobredosis de trascendencia histórica que como ondas en un lago se expanden por el universo. Agotador, hay más salsa que caracoles. "La estrella azul" logra lo que no consigue Oppenheimer, ni Maestro, ni Napoleón, ni muchas otras. Que el espectador verdaderamente conozca al personaje, porque la película se hace poliédrica de una forma muy precisa, como si cada pieza de un puzle aportada algo. Conocemos a Mauricio por su hermano, por el amor que se tienen; por su novia, que le quiere pero no puede con el desbarajuste; por la música que es la pluma y la montaña al mismo tiempo, es la sustancia de la que está hecho; por aquellos que le conocieron en Argentina, en ese afán maravilloso que tienen los músicos de comunicarse, ellos son receptores de ese aspecto del personaje, de su entrega, de su alma, ellos guardan las marcas que les dejó su persona y su música (a veces en un viaje, hay toda una vida); y le conocemos, en un gesto genial, por quienes le quieren hoy y le han querido siempre, tanto como para hacer una película sobre él.

La película introduce secuencias que se salen de la ficción, o la trasladan, la deforman, contagian con ella la realidad, y viceversa. Hay una transversalidad emocionante en esta película, y en todos los espacios, se genera la emoción. Ese metacine, tan bien utilizado, convierte a Mauricio en un ser trascendental, porque entendemos el motivo por el cual hay que hacer una película con su vida, porque entendemos que merece un documental, y por extensión, porque entendemos que las almas puras, las que se entregan, las que se consumen en ello, no deben quedar en el olvido. Como decía alguien, hay batallas que se tienen que librar, aunque se pierdan una y otra vez. El esfuerzo por contar su historia, forma parte de su historia.

Le falta únicamente a la película, acaso, abundar en los conflictos, enseñar reversos, ensuciar un poco las cosas, aunque no estoy seguro, puede que con ello se hubiera apartado de su propósito. Solo es un apunte, una sugerencia. Repasando, solo hay un plano que no me guste: desde la calle, a través de un ventanal, vemos a Mauricio en el interior de un bar llorando. Es el plano menos arriesgado de la película, y para mí, canta como una almeja. Dicho esto, la película me parece redonda. Mención especial para el actor, Pepe Lorente, que se maneja con una naturalidad que es imprescindible para circular de ida y vuelta de la ficción al documental, y de ahí a la magia. Lo mismo puede decirse de Marc Rodríguez. Grande en un papel muy difícil. Sin buenos actores, no sé si Macipe se hubiera salido con la suya en este complejísimo proyecto que, sin embargo, en la pantalla, discurre con la armonía de un río.

Ayer domingo, una veintena de afortunados pudimos verla acompañados del propio Javier Macipe en un cine de Lleida (un cine que no tiene precio), y tuvimos luego un coloquio sobre la película y su proceso. Macipe, lleva 10 años luchando por esta historia, casi que es él mismo un Mauricio. Lo que se ha peleado los últimos 4 años para que esta historia esté en las salas de cine demuestra sin duda que Mauricio cayó en buenas manos, en las mejores manos. No solo por el empeño, también porque se ha conseguido que el espectador salga del cine con la percepción de que ha llegado a rozar una alma, que era excepcional desde los resortes más básicos, más simples. Ahí está en realidad la grandeza. Del cine y del personaje.
Uma
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