Buenos días queridos lectores,

Fui a ver esta película un día de resaca, al cine, con objetivo de tirarme a una fémina. Debido a dicho motivo, pague por ver semejante patraña.


No les voy a engañar queridos lectores, los canadienses, por lo general, siempre me han caido gordos. Son como los primos pijos de los estadounidenses, todos muy correctos y majetes siempre, con cara de no haber roto un plato en su insípida vida.

Les comento, la película va de un Jarripoter, soso a más no poder, que conoce a una tia, sosa como una piedra, si bien medianamente petable. Inexplicablemente, Jarripoter consigue ligarse a la pava, poco a poco.

Luego están los amigos de ambos dos: Una rubia guarra y malhablada y un tio feo y desagradable que va de fucker por la vida pero a mi me dio bastante asco, sacando a relucir el verdadero lado oscuro y miserable del canadiense medio.

Canadá queda retratada con subproductos como este, sólo apto para treintañeros pijos recién casado con un amplio solar por cerebro. Desafortunadamente, este es el prototipo del español medio, por lo que cintas como esta seguirán produciéndose año tras año. Nuestro gran presidente, Don Mariano Rajoy, debería tomar cartas en el asunto y actuar para que bodrios como este no se produzcan más. Confío en Mariano, mal que les pese a mis detractores votantes de UPyD (El equivalente en partido a Canadá).


Ahí es donde quería llegar, y ahora mis lectores finos comprenderán el sentido del título de la crítica.

Por cierto, en el cine donde la vi, el volumen era extremadamente alto, lo que contribuyó a acentuar mi enemistad permanente con los canadienses.

Mi consejo es claro, vean buen cine y dejenme en paz, que ya va siendo hora de que piensen por si mismos y no acudan a mí, su líder, cual ovejas. Guiensé por sus instintos, como haría el gran Pepe Bono