No encontraba mejor título para mi crítica que con la que la bautizo. Y es que, como cada verano, tuve la ocasión de acudir a la gran pantalla a ver la última fantasmada de Cruise, esta vez compartiendo cartel con Cameron Díaz, con la que además comparte una química innegable.
Estamos ante una parodia del cine de espías de toda la vida, salpicada con el inevitable romance de turno y un puñado de escenas de acción bien rodadas. James Mangold sabe lo que tiene entre manos, y lo aprovecha como mejor puede. De esta manera, Cruise está como siempre, correcto, Cameron le sigue construyendo un personaje a su medida, y por eso la cinta funciona, porque conoce sus limitaciones, y sus puntos fuertes, y los aprovecha.
La trama realmente carece de importancia, porque lo que queremos todos es ver a Tom Y a Cam pegando tiros y haciendo hazañas imposibles. Esto es la peli del verano, no podemos atacarla demasiado sabiendo de que tipo de producto de trata.
Cuando, como es el caso, la meta del producto es entretener, y se consigue, pues a casa con una sonrisa, y la película se olvida al día siguiente. Para pensar, y recordar, ya existen otro tipo de largometrajes.