Never Gonna Give You Up no es el hito musical que fue Bohemian Rhapsody. Never Gonna Give You up no tiene la innovadora estructura del videoclip de Thriller. Never Gonna Give You Up no tiene las hipnóticas coreografías de Gangnam Style. Never Gonna Give You Up no tiene la popularidad y millones y millones de visualizaciones que tiene Despacito. Aunque a mí, personalmente, me parece una buena canción, es innegable que Never Gonna Give You Up jamás encabezará las listas de mejores videoclips del mundo de la música, mundillo del cual no soy ni mucho menos un entendido. Pero sé que Never Gonna Give You Up tiene algo único, algo que la hace destacar por encima de las demás y que nadie podrá rebatirme.

Da igual quién seas. En 1 segundo de canción ya sabes que está sonando Never Gonna Give You Up.

Quizá solo superada por el hito de All Star ("Some"), el single de Rick Astley tiene merecida su fama por el mundillo de internet gracias a los rickrolls, esos vídeos que prometían un tráiler de una película muy esperada o una filtración de un famoso desnudo. Esa infinidad de vídeos que impacientes e ingenuos niños, adultos y seguro que ancianos pulsaron esperanzados, para encontrarse de bruces con un señor bailando ante una música pegadiza. Esa broma de internet que ha trascendido los años hasta, flipante, la actualidad.

El meme, por increíble que parezca, aún no ha muerto. La gente recuerda con cariño esta troleada inocente que a más de uno le hizo romper la pantalla de su ordenador, y a día de hoy aún existen usuarios que envían enlaces a sus amigos o a completos desconocidos para engañarlos con un videoclips de 1987. Nadie entiende por qué, pero bienvenido sea. Como he dicho, a mí personalmente me parece un buen videoclip y una canción pegadiza con letra bonita. Pero lo único que quería reivindicar con esta crítica es que Rick Astley, seguramente sin saberlo, marcó historia con una canción que en su canal de Youtube por fin acumula mil millones de visualizaciones. Sin querer, creó una de las bromas más divertidas y trascendentales del mundo de internet. Así que muchas gracias, mi querido Rick, por nunca abandonarnos, por nunca decepcionarnos, por nunca huir y abandonarnos, por nunca hacernos llorar, por nunca decir adiós, por nunca decir mentiras y hacernos daño.

Salvo a los ordenadores de nuestros padres. Que en paz descanses, Windows XP del estudio (¡te juro que no fue culpa mía, el vídeo decía tráiler de Star Wars Battlefront III...!).