Tony Scott dirigió esta reescritura del pathos clásico de Sam Peckinpah - Traedme la cabeza de Alfredo García - con un Anthony Quinn maravilloso, como un mafioso mejicano (casi parece salido de aquella "Last train to Gun Hill" de los cincuenta) maduro y casado con Madeleine Stowe.

Cuando un piloto y renegado amigo suyo vuelva a verle, se sucederá el triángulo, luego las consecuencias violentas y finalmente una sonora venganza. Venganza de Tony Scott es todo lo exagerada que debe ser una película de su director y más concretamente, una película de su director de los 80.

Pero también es divertidisima, erótica, sensual, extremada y no desmerece, entendida como continuación por medios antes que por mirada, parte del legado de Sam Peckinpah. Tiene, al menos, esa ambientación ferozmente mejicana y romantizada en cada plano.