'Felicidades' atesora la gran virtud de un buen ejercicio de 'historias cruzadas': funciona como unión de ingredientes, creando un plato diferente al sabor y a la personalidad de los distintos alimentos. Tras verla, dan ganas de vivir, de aprovechar el momento, de valorar los detalles. Con todo, incurre en un grave error: ahí donde las short cuts reclaman equilibrio, 'Felicidades' se defiende con una mixtura de situaciones y personajes no siempre notable o bien aprovechada. Si el film funciona, por lo tanto, es porque algunas de sus tramas son especialmente brillantes y logran enmascarar otros caminos narrativos menos pulidos. Personajes como el que interpreta Silke, la única aportación española a este dulce de leche, apenas tienen entidad, mientras que otras creaciones sumamente interesantes como el mendigo en silla de ruedas son apartados de la columna vertebral del relato pese a su evidente gancho. El elemento navideño tampoco queda especialmente subrayado, detalle que los más alérgicos a lo ñoño agradecerán, y no siempre las identidades-relaciones de los personajes están retratadas con la solvencia deseada. En el otro lado de la balanza, sorprende su arriesgado sentido de la objetividad estética: aunque podría haber sido un retrato luminoso en una noche muy señalada, el film fotografía sin concesiones las calles sucias de la gran ciudad, la pobreza de las clases más desfavorecidas y cierta pomposidad 'cutre' presente en la casa del ladrón que, chiste ché, resulta atracado por la misma policía, un grupo de testigos y el casero del edificio.

'Felicidades' es una película irregular pero amable que deja buen sabor de boca pero también con la sensación de haber degustado un plato 'escaso'. Un film que cuando engancha irradia energía, y cuando no funciona causa cierta frustración en el espectador: el postre termina sin la cereza a modo de corona, pero a nadie le amarga un dulce.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
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